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miércoles, 22 de septiembre de 2010

DE PRIMERO: ATEOS

Durante mi estancia en las islas afortunadas, he tenido tiempo de leer algún libro, y uno de ellos lo traigo aquí. “El camino del ateo” de Eric Maisel. Está escrito por un ateo “profesional”. 

Pienso que hay que conocer al oponente, para derrotarlo con eficacia. Tras la lectura de éste libro, la tarea es mas fácil de lo que pensaba.

El autor afirma que: “Es ateo desde siempre”. Siguiendo una especie de “fe del carbonero atea”, nos dice que:

“El camino del ateo empieza con la idea de que la evolución explica lo que es usted”

Estamos pues ante la sustitución de una Fe por otra. La teoría de la evolución es eso: una teoría que no está demostrada al cien por cien en absoluto.



Así pues, según el autor, la columna vertebral de su creencia atea sería una Fe ciega en el darwinismo. Por otra parte, el señor Eric se dice seguidor de las tradiciones: laica, humanista, científica, librepensadora, escéptica, racionalista y existencial. Yo soy católico y también, científico, humanista y racionalista en las cosas que están al alcance de la razón. 

Veremos cómo estos caballeretes se apropian como cacos de los conceptos de pensamiento racional y científico, como si los creyentes estuviéramos incapacitados para ejercerlo.

Pero este pequeño filósofo tampoco se priva de insultar a los que creemos en Dios. Así se puede leer:

“Durante toda mi vida he sentido que todo lo relacionado con Dios es una práctica humana horrible.”

“Si usted actualmente cree podría dejar atrás muchos disparates. Si su cerebro recurre a la religión, debe ignorar las monstruosas contradicciones, tragarse sus dudas y sonreír ante afirmaciones ridículas.”


Es notable como veremos más tarde, que la mayoría de los que se dicen ateos además de insultones tienen una admiración casi insana por la ciencia. Pero, paradójicamente casi ninguno tiene ninguna titulación científica, ni siquiera conocimientos sólidos de ciencia a nivel de divulgación. Hablan de lo que no saben.

Tras encomendarse a la santa doctrina de la evolución, el señor Eric, nos descubre el plato fuerte de la teología atea: El problema existencial. Traducido al castellano, suscribir a conciencia el ateísmo con todas sus consecuencias, supone un impacto psicológico que conduce a la depresión:



Las consecuencias morales del ateísmo, son su refutación más elocuente. 

Sin Dios no hay vida futura, no hay legislador supremo, no hay nada que pueda dominar en la conciencia del hombre; la moral es una ilusión; la virtud una bella mentira; el vicio un amable proscrito a quien conviene rehabilitar.

En tal caso, las relaciones entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, son simples hechos naturales que no tienen ningún valor en el orden moral. La obligación es una palabra sin sentido, cuando no hay quien pueda obligar: y faltando Dios, no hay nada superior al hombre

Así desaparecen todos los deberes, se rompen todos los vínculos domésticos y sociales; solo debemos atender a los impulsos de la naturaleza sensible, huyendo del dolor y buscando los placeres.



Y éste monaguillo del ateísmo propone la solución: (redoble de tambores)

“Estamos a las puertas de comprender una brillante idea: que cada vida puede tener sentido. Soy yo quien decide lo que me hará sentir honrado y feliz. Anunciándose a sí mismo sus intenciones, se encamina en una dirección brillante: la dirección de su propia creación.”

Tachán. Acabáramos. Bien pudiera ser esta “brillante idea” el dogma de Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. Y sólo hago una pregunta, si soy yo quien decide lo que está bien y lo que me hace feliz, que pasa si yo soy Jack el destripador?, o Hitler?.

EL libro no da para mucho mas. Es una sucesión de ideas filosóficas de bombero torero. Viene bien leerlo para conocer la tristeza de una vida que se refleja en la mirada del autor.



Como casuística de antiguos creyentes convertidos al ateísmo, el autor hace unas semblanzas de personas, que casi se autocomentan por su tristeza y patetismo:


Marcia:

“Lo que sigue siendo duro es la falta de comunidad y el no disponer de una iglesia hay un hueco en mi vida en ese punto, y ningún grupo de amigos con intereses compartidos llena ese hueco.”

Y yo añado: ese hueco no lo rellenarás nunca.


Robert:

“Siempre me he considerado un pensador y un defensor de la ciencia. Mi visión mundial del cristianismo se desmoronó lentamente, la gota que colmó el vaso fue el autodidactismo en la ciencia.”

Otro “científico” de todo a cien. ¿visión mundial?, ¿autodidactismo?. Perplejo estoy.


Barbara:

“Tenía doce años cuando dejé de creer. En mi caso, lo que precipitó el cambio fue leer un libro sobre ovnis y discutir sobre moléculas que se autorreplicaban. Siempre había estado muy interesada en asuntos científicos.”

Sí señora. Los ovnis. Una razón muy poderosa. Y las moléculas, claro. Y se te olvida el rayo de la muerte.


Alan:

“Me convertí al budismo al final de mi adolescencia. Por aquel entonces ya bebía mucho. Mi familia estaba plagada de alcohólicos. Nuestro maestro budista tenía fama de manosear a las mujeres.”

(Sin comentarios)


Janet:

“Mi madre creía en un Dios, pero no veía razón alguna para ir a la iglesia. Creía que podía rezar o rendir culto en su propio hogar y a su propia manera. Estaba abierta al concepto de telepatía o de una forma que tenían los muertos de quedarse en el mundo. Saber sobre la evolución hizo que las cosas cambiaran. Haber leído a dawkins hizo que todo encajara.”

Ya salió el sumo sacerdote Dawkins. Janet, te falta Drácula y el hombre lobo para tener a los tres tenores de la imaginería atea


Laura:

“Es difícil dejar de creer cuando allá donde miramos esté lleno de historias sobrenaturales. Escepticismo, pensamiento crítico, la ciencia y ahora pertenezco a un grupo humanista secular local, asisto a sus reuniones y actualizo su web.”

O sea, Laura, que tu corazón te dice a voces lo equivocada que estás y tú, sustituyes a una iglesia por otra. Penoso. Y dale que te pego con la ciencia.



Quiero finalizar con las palabras de nuestro Señor Jesucristo Salvador y Redentor del Mundo:


“Yo soy el Camino, la Resurrección y la Vida.”
“Yo soy la luz del mundo, el que a mí viene no andará más en tinieblas”
“Pedid y se os dará;
llamad y se os abrirá;
buscad y hallaréis;
porque quien pide, recibe;
quien busca, halla;
y a quien llama se le abrirá.”



Y yo que sólo soy un pobre pecador os aseguro, que busqué y hallé, llamé y me recibieron, pedí y se me dio con creces y a cambio de nada.




miércoles, 8 de septiembre de 2010

UNA DE ATEOS...MARCHANDO




Parece que el señor Stephen Hawking ha decretado desde su trono motorizado que Dios no existe a mayor gloria de las ventas de su nuevo libro “The Grand Design”. 

Hawking renuncia así a sus opiniones anteriores expresadas en su obra ´Una Breve Historia del Tiempo´, en la que sugería que no había incompatibilidad entre la existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo.

Extraño sucesor en la cátedra Lucasiana de Matemáticas de, nada menos, que Isaac Newton, el fundador de la física clásica, insigne matemático y estudioso de la Biblia. Stephen Hawking no siempre estuvo en contra de Dios, y en su momento, hace muchos años, hasta fue recibido por el Papa.

Me parece chocante que este buen hombre que contribuyó en gran medida a la teoría del “Big-Bang” y al que no se le conoce una publicación científica de calidad en los últimos 30 años diga ahora esto.

Porque, para los que no entiendan mucho de ésta materia, les voy a contar una cosita:

La teoría del Big-Bang una vez leída y comprendida, y vistas las pruebas experimentales a su favor, que son abrumadoras, encierra una gran verdad en ella…y es que hubo una creación. Hubo un principio. El Big-Bang no fue una explosión dentro del espacio y el tiempo. El Bing-Bang creó el espacio y el tiempo. Y esto Hawking lo sabe. Y si hubo una creación del espacio, el tiempo y la luz (sí, sí hubo un momento en que “se hizo la luz” cuando los átomos devinieron a vibrar en la región óptica, que cosas, oye). Y sí hubo una creación “de la nada”, esto suena mucho a Dios Todopoderoso, y claro, esto no puede ser para estos ateos.

He aquí algunas opiniones de científicos sobre el tema:

El premio nobel Christian de Duve afirma que la teoría de que el mundo es eterno, inventada por Fred Hoyl, demostró ser falsa y tuvo razón su maestro Lemaitre al descubrir la teoría del "Big Bang", la explosión que dio origen al universo.

El profesor belga Michel Ghins cree que la teoría de "los universos múltiples" fue ideada para escapar a la hipótesis de que Dios creó nuestro mundo.
Para el profesor italiano Evandro Agazzi, el azar no explica la existencia del mundo. Los que creen explicarlo todo a partir de alguna ciencia positiva caen en una "actitud reduccionista anticientífica".

El profesor de Boston Thomas Glick cree que estos fundamentalistas del materialismo se fabrican una especie de religión o metafísica, "pero nadie confunde esto con ciencia".

En opinión del investigador holandés Cees Dekker "el método de la ciencia por si mismo no es cristiano ni es ateo. Ciencia y religión no están en conflicto. Y la ciencia en sí misma encaja muy bien con la visión cristiana del mundo".


Hay otro ateo en aquellas islas llamado Dawking que aprovechando la próxima visita del Papa, van a dar por saco lo que puedan en un alarde de tolerancia, democracia y respeto a la libertad de pensamiento y religión.



Así esta graciosa pareja, Hawking y Dawking o Dawking y Hawking, el ateo de toda la vida, y el ateo sobrevenido en las postrimerías de su muy triste existencia han cruzado sus caminos.

Lo que es cierto es que el movimiento ateo, que tiene mucho de tonto, está creciendo y envenenando a muchos jóvenes. No es un movimiento intelectual, que es lo que nos quieren vender. Es la kale-borroka del nuevo orden mundial que la masonería lucha por imponer a la fuerza. Seguiremos tratando de éste tema.

Pero ¿Quiénes son los ateos?, ¿Quiénes han sido ateos “ilustres” o conocidos en el mundo?. No me resisto a hacer una pequeña labor de investigación, y ponerle cara al ateísmo. Aquí van las fotos de un pequeño elenco de ateos famosos. No están todos los que son, pero son todos los que están.
























viernes, 6 de marzo de 2009

Sabiduría



Hace un  tiempo discutía con un ateo/agnóstico (ni el mismo lo sabía dados los Jack Daniels que llevábamos encima), y traté de hacer un poco de apostolado con él.

Me dió la sensación de hacer el ridículo, de que me miraba con aire condescendiente. Al final la discusión derivó al concepto de pecado, que para mí está claro, pero para el ateo no tiene sentido.

Días después se me ocurrió consultar a un experto llamado Joaquim Meseguer para tener una idea mas centrada de lo que es el pecado y así poder explicárselo a quien esta idea le parezca ridícula. A continuación os pongo mi pregunta y la respuesta que me dieron.

Pregunta

Buenas Noches: Hablando con un agnóstico acerca de cuestiones de religión y de la importancia que para mí -como católico- tiene el pecado; el me respondió con una pregunta: ¿que es el pecado?. Yo le contesté lo mejor que pude a pregunta tan abstracta y amplia, pero me gustaría tener un argumento mas contundente. Entienda Ud. que la contestación a esa pregunta hay que hacérsela a un no cristiano, no creyente y beligerante con la religión. es decir, no supongamos que el tiene la misma idea de pecado que un católico. un saludo y gracias por adelantado. Juan José .


Querido hermano en el Señor:

Posiblemente su amigo agnóstico tenga una idea muy próxima sobre el pecado a la que tenga un católico prácticante, puesto que este agnosticismo se da en una persona que vive en un país de cultura católica y donde la moral cristiana ha configurado el modo ético de pensar y de actuar de las personas. Lo que habitualmente sucede es que no lo quieren reconocer, porque eso les obligaría a replantearse muchas cuestiones y se darían cuenta que están en falso; por este motivo son beligerantes con la religión; en realidad no tienen objeciones intelectuales, sino morales. Piense que la sociedad laica, que seguramente no admite los pecados que la Iglesia muestra a través de los mandamientos, tiene que inventarse nuevos pecados: así, por ejemplo, no pagar a hacienda es un "pecado", conducir a más de 120 km./ h. es un "pecado", fumar en un lugar público o no autorizado es un "pecado", y así podríamos alargar la lista. La sociedad que no sigue la Ley de Dios tiene que inventarse leyes cada vez más restrictivas –y algunas veces absurdas– para regular la convivencia, negando incluso la posibilidad de objeción de conciencia en nuestra democracia.

Seguramente, a su amigo agnóstico no le sirve la definición de pecado como desobediencia voluntaria a la Ley de Dios, ya que él defiende que la existencia o no existencia de Dios no se puede conocer. Por ello el primer paso es que vea el pecado como una ruptura del consenso moral al que hemos llegado en nuestra sociedad; principalmente un atentado contra la regla de oro /(Lo que no quieras para ti no lo quieras para nadie), /que es una norma básica de justicia. A partir de aquí es necesario dar un segundo paso: el consenso moral se puede llevar a cabo y se puede mantener porque hay unos principios trascendentes que están más allá de nuestros acuerdos humanos y los fundamentan: ¿Por qué todos los seres humanos tenemos una dignidad innegable? ¿Quién ha determinado que así sea?, ¿sólo los humanos?; en ese caso, ¿no podría cambiar yo esta norma según mi arbitrio y capricho?, ¿por qué no puedo yo considerarme superior a los demás y actuar en consecuencia? Necesariamente, al final, tirando del hilo hemos de llegar a un primer principio que no puede ser una instancia ética abstracta, sino un Ser supremo, al que llamamos Dios.

Es bueno acudir a los filósofos que han marcado una pauta en la historia del pensamiento. Aunque se trate de una lectura difícil, a su amigo le hará bien leer y comparar la /Crítica de la razón pura/ y la /Crítica de la razón práctica, /de Immanuel Kant. En la primera obra, entre otras cosas, Kant dice que por la sola razón pura es imposible llegar a Dios; en la segunda dice que es necesaria la razón práctica para que todo esfuerzo filosófico no se quede en pura especulación, y a través de la razón práctica fundamenta la metafísica y la existencia de Dios. La formulación que hace Kant viene a ser ésta: El hombre no ha de obrar el bien motivado por una recompensa, pero es justo que quien obra el bien reciba una recompensa; en esta vida hay muchas obras buenas que no obtienen recompensa y en cambio hay muchas malas acciones que no reciben castigo, por lo que la razón práctica postula la necesidad de otra vida en la que se premie y se castigue lo que en esta vida no ha obtenido su justa remuneración; y para que ello sea posible es necesario un juez que arbitre acerca de dicha remuneración. De este modo, Kant, a través de la ética, llega a la conclusión de la existencia de Dios.

Ahora bien, con el deseo de fomentar la responsabilidad de todo ser humano, Kant daba este consejo que se convierte en un elevado principio y precepto moral: «Obra de tal manera que tu proceder pueda convertirse en norma de actuación universal». Pienso que no obrar de este modo es algo en lo que creyentes y no creyentes estaríamos de acuerdo en definir como pecado.
Con mi recuerdo en la oración, reciba un cordial y fraterno saludo.

P. Joaquim Meseguer
Catholic.net - http://www.es.catholic.net