domingo, 27 de marzo de 2011

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, mira con amor a tu pueblo penitente y restaura con tu misericordia a los que estamos hundidos bajo el peso de las culpas. Amén.

Meditación

1.- El común denominador de todos los hombres es su realidad pecadora. "Ruega por nosotros pecadores", decimos en la Salve reconociendo así nuestra realidad mas radical. Pero el hombre no ue creado para el pecado sino para la gracia, su destino no era ser esclavo del mal sino libre para amar. Sin embargo, abusando de la libertad, nos hemos atado al pecado, y no solo en Adán y Eva, sino personal y voluntariamente.

La Iglesia, consciente de esta penosa realidad pecadora del hombre, suplica hoy al Padre que "nos mire con amor y nos restaure con su misericordia" en el plano de la gracia y la libertad amorosa. Ya que somos el cacharro roto y descascarillado, acudimos al alfarero del alma para que nos restaure y haga de nosotros un vaso nuevo. ¿Es posible esa restauración? Las manos creadoras de Dios son todopoderosas.

2.- También nosotros, en nuestra pequeñez, podemos y debemos poner nuestro granito de arena en esa obra de restauración interior. No nos basta con suplicar al Señor pidiéndole que nos restaure, sino que le mostramos nuestra disposición a ser restaurados mediante nuestras buenas obras, especialmente en la Cuaresma, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Pregúntate: Si realmente te sientes pecador, si aceptas que es por tu voluntad por lo que estás descascarillado en el corazón, si te dejas restaurar por Dios, si en estos días cuaresmales, practicas la limosna, la oración y el ayuno.

Pregúntate: Cómo, con quién y cuando vas aponer en práctica estas tres tareas espirituales propias de la Cuaresma.


Súplica

Señor Jesucristo, Alfarero del hombre, qu de tus manos omnipotentes y tiernas he salido como imagen tuya, mírame con bondad y reconoce, en esta vasija rota y descascarillada que soy, tu imagen divina.

Quiero dejarme restaurar por ti, por tu misericordia y tu omnipotencia. Quiero que, una vez más, Señor, te pongas manos a la obra y hagas de mí un vaso nuevo. Limpia, Señor, tu imagen en mí, borra de ella toda mancha y toda oscuridad.

Derrama en mi corazón el espíritu de docilidad amorosa para que me deje modelar como tú quieres,

Señor, que quienes me miren puedan ver que ha sido tu bondad quien me ha restaurado en la gracia la paz y la alegría.

Amén.

sábado, 26 de marzo de 2011

LIBRO: MASONERÍA, SATANISMO Y EXORCISMO

He leído un libro que ha salido recientemente a la venta, titulado “Masonería, Satanismo y Exorcismo” de Ricardo de la Cierva. Ed. Fénix.

La clave del libro, se da en forma de una especie de lema que se probará a lo largo de la obra: “no todos los masones son satánicos, pero todos los satánicos son masones”. Se puede hablar pues de una dimensión satánica de la masonería.

La realidad del aborto, la incredulidad, la pretensión de situar a la ciencia por encima de la Fe, la destrucción de la familia, la impiedad que penetra en la propia Iglesia Católica o la infiltración masónica en la misma, demuestran la presencia satánica en el mundo. Un intento desesperado por parte de los satanistas para hacerse con el control de la humanidad.

El satanismo ha existido en todas las épocas. Alesteir Crowley fué el creador del satanismo moderno. Antón Szandor Lavey fue el creador de la iglesia de Satán, la confesión satanista mas importante. Dicha iglesia se ha presentado oficialmente en España hace relativamente poco tiempo, en un conocido hotel madrileño.

El satanismo se ha infiltrado poderosamente en la música moderna que tanto gusta a los jóvenes. También está contaminando el mundo de posesiones a través del espiritismo: la oui-ja, la escritura automática, el Reiki, las misas satánicas, los pactos con el diablo, la moda progre, y absurda de no bautizar a los niños ni hacer que hagan la primera comunión. Todo esto al demonio le viene muy bien. Y va ganando. Por ahora.

La Iglesia tampoco se escapa de las críticas en esta obra. Digno de mención es la rebelión de los exorcistas ante el intento (que casi triunfa) de cambiar el ritual por otro que no sirve. Parece ser que el bendicionario también ha perdido fuerza en su última edición. Y también el ritual del bautismo cambió descafeinando el pequeño exorcismo que estaba contenido en él.

El propio autor dice:

“En el libro que preparo ofrezco pruebas seguras de que en Roma y en algunas dependencias del Vaticano se celebran misas negras y cultos satánicos y doy los nombres de quiénes han denunciado estos horribles disparates”.

Una obra, este libro, muy recomendable, de muy fácil y rápida lectura. Y a nadie le va a arruinar los 15€ que cuesta.







SEGUNDO SÁBADO DE CUARESMA

Señor, Dios nuestro, que, por medio de los sacramentos, nos permites participar de los bienes de tu reino ya en nuestra vida mortal, dirígenos tú mismo en el camino de la vida, para que lleguemos a alcanzar la luz en la que habitas con tus santos. Amén.

Meditación

1.- "Nos das, Señor, un anticipo de la gloria futura". Participar en los Sacramentos ya es un anticipo de divinidad. Los Sacramentos, son, pues, un momento de divinidad que se cuela en nuestra humanidad. Son un momento de gloria eterna en medio de los sufrimientos y penalidades humanas. Son un momento de luz increada en medio de las tinieblas que nos rodean. El tiempo de Cuaresma se nos presenta como un momento en el que renovamos e intensificamos nuestra participación sacramental, nos preguntamos como la vivimos, cómo la preparamos y como la gozamos.

2.- La realidad humana puede ser descrita como la nave en medio de la noche en un agitado mar. Los vientos de la vida frecuentemente son contrarios, las olas que pretenden ahogarnos son amenazantes, la oscuridad es cegadora impidiéndonos ver con claridad el camino que andamos. ¿Cómo mantener la dirección y llegar a puerto seguro?. Afortunadamente la pobre barca tiene un faro que, con su luz, la guía hacia la salvación. Los marineros seguirán remando pero seguros, hay una luz que les ilumina el camino.

3.- "Dirígenos tú mismo en el camino de la vida", le pedimos al Señor. Él es ese faro que salva. Por eso:

Pregúntate: Cómo te acercas a los sacramentos, cómo te preparas para recibirlos.

Pregúntate: Cuáles son las olas morales que te amenazan, cuáles los vientos contrarios que intentan frenar tu navegar hacia Jesús.


Súplica

Señor Jesucristo, por medio de tus Sacramentos, te unes indisolublemente a mí. Tu Sangre divina y preciosa se mezcla con mi sangre pecadora, tu Cuerpo glorioso se une a mi carne frágil y débil. ¿Cómo agradecerte, Señor, ese detalle de amor tan incomprensible?.

Es atado a ti por cuerdas de amor como quiero seguir mi personal ciacrucis cuaresmal. Es atado a ti como deseo llegar a la Pascua. No me dejes desatar esos lazos de amor con que me atas a ti, Jesús. Antes bien, si ves que, por mi debilidad, intento soltarme de tu abrazo de amor, átame mas fuerte a tu corazón y mantenme allí contigo, al seguro de todo mal.

Que sepa, con la fuerza de tu gracia, capear los oleajes amenazantes; que la oscuridad del mal no me ciegue. Que los vientos contrarios no me ahoguen, Señor,

Amén.


Jaculatoria

Sé Tú, Jesús, el faro de mi vida.

SEGUNDO VIERNES DE CUARESMA

Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal, lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado. Amén.

Meditación

1.- "Antes de emprender el camino, graba la meta en tu corazón", decía el filósofo. El Miércoles de Ceniza nos hemos puesto en camino hacia la Pascua. Durante cincuenta días caminamos hacia un sepulcro vacío, origen y prueba de nuestra Fe. Queremos llegar a ese día y escuchar las palabras del ángel: "Buscáis a Jesús el Nazareno? ¡No está aquí, Ha resucitado!. Esa victoria del Nazareno sobre la muerte y la tumba, es el fundamento de nuestra esperanza y nuestra alegría. Ese sepulcro vacío nos hace caminar esperanzados y gozosos. Esa victoria de Cristo Resucitado es la meta de todo nuestro camino cuaresmal.

2.- El gozo de la cercanía de Pascua pone alas a nuestros pies. La alegría del encuentro con el resucitado condiciona nuestro caminar. Cada día de Cuaresma es un paso más que nos acerca a ese sepulcro vacío y a Aquel que salió de él. Sin embargo, esa alegría pascual no nos puede ocultar las contrariedades del camino. El lodo y el barro se nos van pegando. Mas de un charco encontramos en nuestra vida. Pero, a pesar de los charcos, el polvo y el lodo de nuestras obras y palabras, queremos llegar a la meta limpios, enteros, conforme a la importancia de Aquel que nos espera. Eso es precisamente lo que la Iglesia pide al Padre: "que lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado". Y la "penitencia cuaresmal" es precisamente el agua que nos purifica de tanto lodo. Mortificar los sentidos, dominar los gustos y caprichos, empeñarnos en la caridad iluminan nuestro caminar.


Pregúntate: Cuáles son los charcos en que te metes con más frecuencia, los lodos que mas te ensucian.

Pregúntate: Qué vas a hacer hoy para purificarte con el corazón con el corazón puesto en la Pascua.


Súplica

Señor Jesucristo, el Viviente, el Vencedor de la muerte, Tú que has vaciado el sepulcro como prueba de tu gloriosa resurrección, mírame caminando hacia ese misterio de luz y de vida, pon fuerza en mi voluntad y ánimo en mi espíritu para seguir penitencialmente estos días cuaresmales, de modo que llegue a la pascua con un gozo desbordante.


Tú conoces mi vida y sabes cuántas veces ese caminar lo he estropeado metiéndome en charcos de egoísmos, superficialidad, soberbia, avaricia, y tantos otros. Por eso, purifícame de tanto lodo cuanto he cogido hasta ahora. Límpiame para que llegue a tu encuentro pascual resplandeciente de gracia y alegría.

Amén.


Jaculatoria

Límpiame, Señor, y, quedaré más blanco que la nieve.

jueves, 24 de marzo de 2011

SEGUNDO JUEVES DE CUARESMA

Señor, tú que amas la inocencia y la devuelves a quien la ha perdido, atrae hacia ti nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Amén.

Meditación

1.- El Señor devuelve la inocencia a quien la ha perdido. Es un consuelo enorme esta afirmación, pues, entre quienes han perdido la inocencia estamos tu y yo. El amor que perdona del Padre devuelve la vida de la gracia a quien, por su debilidad humana, la había extraviado. No todo está perdido a Dios gracias. Dios no nos ha excluído de su corazón para siempre. Cuando nos hemos alejado de Él siguiendo nuestros senderos, Él sale a nuestro encuentro y reconduce las agujas del carril de nuestra vida, y lo hace desde la cruz asumiendo en su carne nuestra lejanía.

2.- Ese nuevo rumbo de nuestra vida consiste en que "Él atrae hacia si nuestros corazones abrasándolos en el fuego de su Espíritu Santo". Su corazón abierto en la cruz por la lanza del soldado romano se convierte en un imán que atrae irremediablemente nuestros corazones hacia el suyo.

3.- Hoy la Iglesia, agradece al Señor ese gesto de reconversión, ese devolvernos a la primitiva inocencia, pero, al mismo tiempo, le suplica con toda humildad que nos mantenga resguardados en su corazón y abrasados de amor divino.

Pregúntate: si, el hecho de devolverte la inocencia perdida, ye compromete a caminar por otra vía, y cuál es esa vía.

Pregúntate: si te sientes amado y atraído hacia Dios por esa misericordia suya infinita.

Pregúntate: como vas a vivir hoy esa nueva inocencia que Dios te regala en la penitencia.

Súplica

Señor Jesucristo, atrae hacia ti mi corazón rebelde y obstinado. Que tu Corazón santo, horno de amor y ternura, sea imán hacia el que me sienta atraído.

Que no ponga mi corazón, mis afanes, mis deseos en las cosas de este mundo caduco y engañoso: Que todo cuanto me rodea me estimule para buscarte a ti por encima de todas las cosas, pues solamente Tú me puedes colmar de gozo y alegría.

Devuélveme, Señor Jesús, la inocencia perdida. Tú eres el alfarero que puede restaurar la vasija de mi alma rota por el pecado que libremente busqué y cometí.

Hazme un vaso nuevo, Señor. Dame un corazón y un alma a estrenar para amarte sin medida

Amén.


Jaculatoria

Hazme de nuevo, Señor.