viernes, 20 de diciembre de 2013

LA VIDA VISTA POR UN ATEO


lunes, 16 de diciembre de 2013

ARTÍCULO DE CESAR URIBARRI CENSURADO EN RELIGIÓN EN LIBERTAD

Nota de NCSJB: El artículo que reproducimos a continuación fue eliminado del portal Religión en Libertad por ser crítico de la heterodoxia de Bergoglio. La nueva idolatría, hace que la prensa “católica” claudique definitivamente a la verdad y a la fe en pos de la defensa, no ya del Papa, sino de sus puestos de trabajo.

  Nada sorprende que esta profesión sea paraíso de mercenarios, aunque no dejamos de reconocer que hay pocas y honrosas excepciones, que casi siempre son independientes.

Augusto TorchSon
Antes

 Después


El preocupante apartado 32 de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium - Por Cesar Uribarri

  Quizá es más cómodo callar. Yo he estado en silencio voluntario casi 6 meses y uno acaba acostumbrándose a los placeres de lo oculto: ves, oyes, lees, interpretas… y no tienes que dar cuenta a nadie de tus silencios.

  Quizá no quería hablar o quizá, simplemente, no podíaDesde la elección del Papa Francisco un terrible nubarrón se cernió, a mi entender, sobre la realidad. Y preocupado por la tormenta futura veía como mi desasosiego era, por el contrario, gozo y alegría en casi todos. Pero no era un gozo normal, era casi enfermizo, avasallador, total. Si sobre y contra Benedicto XVI se pudo decir cualquier cosa, parecía que con el advenimiento de Francisco estuviera prohibido el disenso. Y así los medios, casi al unísono, se convertían en portavoces del Papa. Incluidos, claro está, los medios católicos, ortodoxos o heterodoxos: lo curioso es que en ellos cualquier opinión en contrario era silenciada, cuanto menos dificultada. Y eso, esa unanimidad en los aprecios, en el seguidismo, no era normal -basta recordar las campañas de acoso contra Benedicto XVI que empezaron en el mismo inicio de su pontificado, incluso desde dentro de la misma Iglesia, y que en absoluto han ocurrido con el papa Francisco-. Algo había cambiado en la percepción de ésta, tanto desde fuera como desde dentro de la Iglesia. No en vano el papa Francisco ha sido elegido personaje del año 2013 por la revista Time, en lo que es la conclusión, el súmmum, del aprecio que le tienen los medios tradicionalmente enemigos de la moral y del papado. Por contra, ¿acaso hemos de olvidar la persecución que sufriera el papa Benedicto XVI, dentro y fuera de la Iglesia? Cómo no recordar la terrible carta de 2009 en la que Benedicto XVIpúblicamente lloró por el abandono que había sufrido por parte de los obispos y de los católicos, reconociendo cómo unos y otros se habían lanzado a herirle “con una hostilidad dispuesta al ataque”, o usando calificativos tales cual “morder o devorar” referidos a su misma persona.

  Pero bastó que subiera Francisco a la silla de Pedro para que preclaras figuras de la Iglesia comentaran que con el nuevo papado se había abierto una ventana de aire fresco en la Iglesiaqueriendo indicar que con el nuevo Papa vendrían nuevos tiempos. Imagen de la ventana abierta que me desasosegaba, por cuanto me parecía que el tal aire más bien nos iba a constipar, amén de lo poco respetuoso que me parecía para con el papa emérito. Luego me contaron que algún otro, más malévolo, parafraseando a Pablo VI dijo que Satanás ya no tendría que esforzarse en entrar por los resquicios de la Iglesia, ya que ahora se le habían abierto las ventanas de par en par. Y es que algunos, pocos, mirábamos con preocupación la deriva que parecía tomar el rumbo de la Iglesia, mientras que una mayoría ingente gozaba el tal evento.

  Se dirá que nada cambiaba, pero la realidad nos mostraba, día a día incluso, que al menos el lenguaje sí había cambiado y con él muchos gestos. El problema es que tras el lenguaje se cambiara el contenido. Y esa era la preocupación, porque no se trataba simplemente de cambios menores como el coche papal, los apartamentos pontificios, o las diarias homilías en santa Marta. No era, simplemente, que el Papa día a día quisiera ser un pastor más, como párroco en su pequeña parroquia, permitiéndose ambiguas frases comprensibles por lo pastoral y coloquial del lugar y del discurso. No. Había una intención, una querencia que solo se vislumbraba en frases concretas, entrevistas desaparecidas o mensajes cara a cara. Y esa intención, lo que el Supremo Pontífice de la Iglesia entendía sobre cual habría de ser su misión y la misión de la misma Iglesia, se evidenciaba someramente a pesar de los ímprobos esfuerzos del voluntario equipo de traductores y comentadores que trataban día tras día de reconducir todo cuanto dijera a la ortodoxia. Pero era un reflejo, un brillo, que permanecía en un terreno fantasmagórico. Lo querías atrapar y se escapaba. Querías ampararte en esas frases para alertar y se escapaban en lo coloquial o interpretable de las mismas. Parecía una lluvia fina que empapa sin darse cuenta. Nada cambiaba, decían, mientras nos parecía que el barco de la Iglesia se adentraba en aguas pantanosas.

  Era necesario algo más, palabras firmes, no movibles por lo coloquial del lugar o del discurso. Con Lumen Fidei habló nuevamente Benedicto XVI, porque la encíclica que firmara Francisco nació de la mano y del corazón del papa anterior. Pero ahora, con la exhortación Evangelii Gaudiumel Papa reinante ha expresado su programa, su parecer del mundo y de su misión. Y su contenido me preocupa porque la Iglesia parece que ha dejado de enfilar su mascarón de proa hacia Dios, para enfilarlo hacia el hombre. Y así, se dice en dicha exhortación apostólica que “el obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” pero la sensación que tenemos es que sólo se permiten caminos escorados hacia las fronteras. Que no en 
vano conviene recordar como en ese encuentro del Papa Francisco con la Presidencia de la CLAR el 16 de junio del 2013 les animaba a equivocarse (¿doctrinalmente?) y si les llegaba una carta de la Congregación para la doctrina de la fe (sí, era doctrinalmente) que no se preocuparan, que siguieran adelante. No parece que, por ejemplo, los Franciscanos de la Inmaculada puedan decir lo mismo. ¿Permitirá el Papa que el olfato del rebaño de los Franciscanos puedan fundar esa nueva congregación que pretenden y que así han solicitado a Roma, anclada en el rito litúrgico vetus ordo, ahora que se les ha impedido celebrarlo? Desgraciadamente percibimos ya con los hechos como esos “nuevos caminos” que se van a poder abrir son caminos concretos en las fronteras de la doctrina y muy alejados de la tradición de siempre. Los otros, los que libremente el rebaño quiera dirigir hacia aquellos otros pastos, quizá esos no sean permitidos.

  Pero no debo detenerme en esto. Otros serán los que vayan marcando y señalando esos aspectos.Yo, con todo, prefiero alertar de un riesgo que intuyo y que puede hacer entender unos de los aspectos más desconcertantes de Fátima.

  Volvamos a la frase más explosiva que nos legó Fátima. Es una sencilla frase, pero justo por ello tremendamente enigmática: “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc”. Dejando el “etc” aparte –y que ya fue objeto de algún post anterior¿qué relación puede tener esta frase del segundo secreto de Fátima con la exhortación apostólica del Papa? Probablemente ninguna, pero la exhortación apostólica abre un panorama que podría hacerlo comprensible más adelante. Si la situación de la fe es igual ahora en Portugal que en cualquier otro lugar del mundo, ¿qué puede explicar que una nación llegue a conservar la fe globalmente? Al tiempo que implícitamente se nos indica que otras naciones, por el contrario, no lo harán. ¿Cómo es posible que naciones salven la fe o la perviertan? Hasta ahora era difícil comprender esto, sobre todo en una época donde ya no cabe aquel cuius regio eius religio, pero el Papa ha anticipado un proyecto que, de realizarse, podría explicarlo. Es el preocupante apartado 32: dotar a las Conferencias Episcopales de facultades doctrinales al tiempo que la figura del papa se reubique en la Iglesia. Así lo dirá el mismo Papa:

  “Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización. El Papa Juan Pablo II pidió que se le ayudara a encontrar «una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva». Hemos avanzado poco en ese sentido. También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar el llamado a una conversión pastoral. El Concilio Vaticano II expresó que, de modo análogo a las antiguas Iglesias patriarcales, las Conferencias episcopales pueden «desarrollar una obra múltiple y fecunda, a fin de que el afecto colegial tenga una aplicación concreta. Pero este deseo no se realizó plenamente, por cuanto todavía no se ha explicitado suficientemente un estatuto de las Conferencias episcopales que las conciba como sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal. Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.”

  ¿Cómo será esto? Por ahora no es más que un anticipo de un proyecto, pero anticipo que da a entender que sobre ello ya se ha hablado en altos sectores de la Iglesia y en lo que estarían muy interesados en ver pronto realizado. Y así, unas conferencias episcopales con facultades doctrinales podrían explicar cómo naciones enteras puedan permanecer en la fe, en el dogma de la fe, mientras otras se perviertan. Porque algunas conferencias episcopales podrían decidir que la doctrina de la fe, que el dogma de la fe, ha cambiado. ¿Imposible? Conviene recordar algo muy reciente, donde la conferencia episcopal alemana ha aprobado, moralmente, el uso de la píldora del día después en determinados supuestos. ¿Acaso no podría ocurrir, entonces, que esas futuras conferencias episcopales, una vez tengan facultades doctrinales, marquen la fe, perdiéndola, en su territorio? ¿Acaso el papa, reubicado en un nuevo estatus en la Iglesia, no podría quedar atado de pies y manos para impedir ante tamaña perversión de la fe?

  Sería como la guerra moderna, guerra sin bombas. Así una nueva forma de cisma en la Iglesia. Cisma incoloro, sin desgarramiento aparente, sin levantamiento de polvo. Una nueva forma de romper la Iglesia sin romperla formalmente. Simplemente el dogma de la fe se pervertiría en el mismo nombre del Señor, bajo su misma Autoridad, bajo su mismo mandato de apacentar al pequeño rebaño. Por obra y gracia de una decisión colegiada en conferencias episcopales redivivas.

  Que este riesgo puede empezar a cobrar visos de realidad lo evidencia el mismo apartado 32 de la exhortación. Y que esta reforma de las estructuras del papado y de las conferencias episcopales puede ser una bomba de relojería parece alertarlo esa misteriosa frase del segundo secreto de Fátima -“en Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc”-. Y quisiera no tener razón. Quisiera.

cesaruribarri@gmail.com

Visto antes de la censura en: http://www.religionenlibertad.com

CARTA DE ALBERTO VILLASANA A BENEDICTO XVI

Carta a Benedicto XVI

Beatísimo Padre:

El 17 de diciembre de 2012 los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi te entregaron el expediente con los resultados de la investigación que les pediste realizar acerca de las filtraciones de documentos confidenciales conocidas como "Vatileaks" y acerca, sobre todo, de la amenaza de muerte que había contra tu persona, filtrada al periódico "Il Fatto Quotidiano", y de la cual te había informado en su momento el cardenal Darío Castrillón.

Al constatar que, efectivamente, altos prelados dentro de El Vaticano, pertenecientes a la logia de la masonería eclesiástica, habían tomado la decisión de matarte, tú te resolviste  a renunciar. A los pocos días comunicaste a tu hermano, el sacerdote Georg Ratzinger, que abandonarías la Sede de Pedro pues nunca imaginaste conocer "ese rostro de la Iglesia". Antes de las Navidades ya habías decidido renunciar, si bien lo diste a conocer públicamente hasta el 11 de febrero de 2013.


No es que hayas tenido miedo de perder la vida, pues sabemos que desde tu nombramiento como cardenal prometiste estar dispuesto a dar la vida por Cristo, pero lo hiciste por el bien de la Iglesia, al considerar que si de hecho lograban asesinarte, tu muerte habría ocasionado un terremoto, desatando una pugna infernal de influencias y maniobras turbias derivadas de los antagonismos internos en la curia de cara a la sucesión. No por temor a la muerte, sino por el posible daño que ésta hubiera causado a la Iglesia, decidiste que era mejor hacerte a un lado para desmontar las amenazas y adelantar una sucesión pacífica. Y, de suyo, sí lo lograste.


En un Informe que elaboró el sacerdote jesuita Arnaldo Zenteno, publicado el 9 de abril de 2013 en grupobasesfys.blogspot.mx señalaba que, cuando el recién electo Papa Francisco fue a verte a Castel Gandolfo, le confiaste eso mismo: que una de las causas que influyeron en tu renuncia fueron las amenazas que recibiste, pues pudiste constatar que ya se había tomado la decisión de matarte.


En este sentido, Santo Padre, si bien es cierto que en tu declaración expresaste renunciar "libremente", el hecho es que en mayor o menor medida fuiste forzado por la presión de una fuerte acometida, por lo que tu libertad, según la doctrina canónica, fue condicionada "in radice". Si bien tomaste la decisión de renunciar de acuerdo a las facultades que te concede el Código de Derecho Canónico, la tomaste bajo la coacción de una violencia moral, lo cual, Beatísimo Padre, invalidó desde la raíz tu decisión última y acabó por hacer inválido el acto que realizaste.


Hay que reconocer que si bien la Iglesia ha considerado siempre una ley sagrada que la elección de un Papa es ad vitam, es bueno que el Derecho Canónico contemple la posibilidad de la renuncia para casos de extrema gravedad, como puede ser el exilio, la persecución u otra causa grave. En este sentido, la renuncia prevista en el Canon 332 del C.D.C. es como una puerta de salida de emergencia, y es conveniente que exista, tanto así que esa salida te ayudó, Beatísimo Padre, a huir de la amenaza que se cernía sobre tu persona y sobre la Iglesia.


El hecho es, Santo Padre, que al estar el acto viciado de raíz, por esa violencia moral, tu renuncia fue canónicamente nula por inexistencia. Por lo tanto, nunca hubo sede vacante y el cónclave que le siguió fue totalmente inválido.


De ese cónclave, desvirtuado y confuso, al no haber cesado tú en ningún momento de ser el Vicario de Cristo, surgió un antipapa, el cual tomó el nombre de Francisco.


Afirmar que Bergolio es un antipapa no necesariamente quiere decir que sea una persona mala, o mal intencionada. En la historia de la Iglesia han habido 38 antipapas. Quiere decir únicamente que él no es el Vicario de Cristo y que, por lo mismo, no goza del carisma de la inerrancia.


La prueba de que no lo posee es que ya ha caído en varias herejías y faltas a la tradición, como al hacer eco de la herejía docetista diciendo que Cristo no se enojaba en verdad sino que solo fingía, o que la alianza mosaica no fue abrogada por Dios, contradiciendo el Conciclio de Florencia y el magisterio de varios Papas, o al postular, en un análisis libearcionsita y marxistoide, que debe haber una "Iglesia pobre para los pobres", cuando nuestro Señor enseñó que la Iglesia debe ser para todos, ricos y pobres, o al vetar la Misa de San Pío V, que tú, Santo Padre, habías aprobado para varias comunidades de religiosos y laicos, o al lavar los pies a dos musulmanas en la ceremonia de la Última Cena del Jueves Santo, y no a doce sacerdotes, como siempre lo hiciste tú y quienes te precedieron, tradición que fue fundada por nuestro Salvador al lavar los pies a sus discípulos. Falso diálogo interreligioso que amenaza en llegar a terribles consecuencias para la fe del pueblo de Dios. Esto, por no hablar de las continuas transgresiones a la liturgia y a la tradición, las cuales dejan ver el exiguo aprecio que Francisco tiene por la investidura papal.


Cada vez son más los sacerdotes que en privado comentan los despropósitos de Bergolio. Alguno, como el Padre Paul Kramer, experto en las apariciones de Fátima, se ha atrevido a exigir públicamente la renuncia de Francisco, siguiendo la doctrina establecida por San Roberto Belarmino, San Alfonso María de Liguori, San Antonio y el Papa Inocencio III, los cuales enseñaron que cuando un Papa se muestra como un herético manifiesto, deja automáticamente de ser Papa, pues no es un católico: "Quien no es miembro, no puede ser cabeza". Y San Francisco de Asis, de quien Bergolio tomó nombre, predijo que vendría un Papa "no electo canónicamente", el cual no sería "un verdadero pastor, sino un destructor de la Iglesia".


Sabemos, Padre Santo, que hasta ahora has preferido un prudente silencio ante tántos atropellos, fortaleciéndote espiritualmente como Cristo se fortaleció cuando se retiró al desierto antes de su pasión y muerte.


Pero tú tendrás que levantar la voz el día en que pretendan adulterar el sacramento de la Eucaristía para quitarle el carácter de sacrificio y dejar sólo el de memorial, al estilo protestante, para no incomodar a los otros credos. Ese día, que ya no es lejano, no resistirás la indignación y condenarás públicamente la apostasía y el sacrilegio. Lamentablemente, muchos habrán sido ya embaucados y se habrán alejado de la fe.


En este sentido, Beatísimo Padre, comenzará a cumplirse la situación predicha por santos y místicos, quienes predijeron el doloroso cisma de la Iglesia, la división entre la iglesia apóstata y la Iglesia fiel.


Las profecías dicen que ese cisma será simultáneo a una repentina invasión de Rusia sobre Europa, en coincidencia con la guerra descrita por el profeta Ezequiel (Ez 38), la Tercera Guerra Mundial. Entonces, el Papa legítimo, tú Padre Santo, serás traicionado y perseguido, y tendrás que huir de Roma para refugiarte de oculto en un lugar lejano, mientras que el antipapa se quedará gobernando la Iglesia apoyando la falsa paz, la sacrílega unificación de las religiones. Esa falsa paz será el soporte religioso del gobierno mundial del anticristo. Esa será la última y mayor prueba que sufrirá la Iglesia fiel.


En ese momento, el antipapa traicionará la fe aceptando la coalición de todos los credos y renunciando a la propia identidad católica. Tú, Benedicto XVI, serás perseguido hasta el final, y morirás mártir de la Eucaristía por una muerte cruel, según la visión que tuvo el Papa San Pío X y la que también tuvo Lucía y narró en el tercer secreto de Fátima.


Dijo San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma". Y la beata Ana Catalina Emmerick, religiosa agustina, precisó: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia (...) Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".


La Santísima Virgen dijo explícitamente en la Salette: "Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo".

Y hay muchas revelaciones privadas y anuncios de jerarcas de la Iglesia:

• Dice el P. Paul Kramer, "El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada".
• Y lo ya mencionado, dado a conocer por el Papa San Pio X: "He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel".
• Juan de Rocapartida: "Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio".
• Nicolas de Fluh: "El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo".
• El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: "Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo".
• La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: "Italia será sacudida por una gran revolución (...) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro".
• Las palabras de Juan de Vitiguero: "Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia".
• Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: "El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro".
• Enzo Alocci: "El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia".
• La Beata Ana María Taigi: "La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma".
• La mística María Steiner: "La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor".
• Las revelaciones en Garabandal: "El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse".
• Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, le confió la Santísima Virgen: "Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo".
• Tu antecesor el Papa Paulo VI: "El humo de Satanás ha entrado por las grietas de la Iglesia" (Homilía del 29 de junio de 1972).
• Según San Pablo, el anticristo se manifestará precisamente después de que el Papa sea echado a un lado: "Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se manifestará el impío" (2 Tes 2, 6-8).


Escribía el Canónico Roca, iluminista excomulgado que colaboró en la infiltración contra la Iglesia: "En su forma actual, el Papado desaparecerá, el nuevo orden social se implantará desde Roma pero al margen de Roma, sin Roma, a pesar de Roma, contra Roma. Y esa nueva Iglesia aunque tal vez no deba conservar nada de la disciplina escolástica y de la forma rudimentaria de la Iglesia antigua, recibirá sin embargo de Roma la consagración y la jurisdicción canónica".


La nueva iglesia, liderada por el antipapa, apoyará la unificación de las religiones y la falsa paz, cumpliéndose lo dicho por Jesucristo en el sentido de que incluso los elegidos podrán ser engañados.


El Cardenal Karol Wojtyla fue muy claro cuando declaró, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: "Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar".


En 1917 les fue revelado a tres pastorcitos en Fátima, Portugal, la misma revelación que tuvo el Papa San Pío X unos años antes, solo que de forma todavía más precisa: "Vimos a un obispo vestido de blanco, que teníamos el presentimiento fuera el Santo Padre, huir de un ciudad en ruinas tembloroso y con paso vacilante".


La versión de Fátima apunta todavía más a que pudiera tratarse de ti, beatísimo Padre, y explicaría la frase "Vimos a un obispo vestido de blanco, que teníamos el presentimiento fuera el Santo Padre". Si hubiera sido evidente que se trataba del Papa reinante, lo habrían dicho de forma innegable. En cambio, vieron a un "obispo vestido de blanco". Ellos nunca se pudieron imaginar el tema de tu "renuncia", por lo que solo tuvieron "el presentimiento".


El segundo elemento es todavía más preciso y revelador: lo vieron huyendo "tembloroso y con paso vacilante", lo cual puede deberse a la avanzada edad que ya tienes.


Y un tercer elemento también revelador: de ese mismo obispo vestido de blanco que antes ven huyendo de Roma, después afirman, a la hora en que es asesinado, que sí se trataba del "Santo Padre".


Posteriormente a la huida del Papa legítimo, el antipapa se quedará en Roma liderando la "nueva iglesia", apoyando la unión apóstata de las religiones. Es la "abominación desoladora" anunciada desde antiguo por el profeta Daniel, instaurada en el lugar santo, la cual coincidirá con la instalación del anticristo en el templo de Jerusalén reconstruido por tercera vez.


En palabras del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II: "El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia".


Queremos decirte, padre santo, que estamos orando continuamente por ti, para que tu fe no desfallezca y Dios te dé las fuerzas necesarias para dar testimonio y estar dispuesto a abrazar el martirio por amor a Él. Siempre recordamos unas de tus últimas palabras estando aún en la Sede de Pedro: "Ustedes estarán a mi lado, a pesar de que para el mundo yo permanezca oculto" (Discurso al Clero Romano, 14 de Febrero de 2013). Estamos, Beatísimo Padre, y seguiremos estando a tu lado en el futuro que la Providencia te depare.