Señor Dios nuestro, nos has convocado hoy para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la alianza nueva; te pedimos que la celebración de estos santos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida. Amén.
Meditación
11) ¡Menudo regalo el de Jesucristo a su Iglesia en el día antes de morir!. La Oración litúrgica de este Jueves Santo lo llama”el banquete de su amor”. ¡Qué extraño suena unir las palabras banquete y amor! Sin embargo, ¡qué bien suenan juntas en esta Oración!. Este día, la Iglesia universal, las repetirá en cada celebración eucarística que celebre en cada Iglesia católica. Y es que, teológicamente, tienen un nexo profundísimo. San Juan, cuando relata la Última Cena, dice: ”Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo”. Y ese “amor extremado” Jesús lo plasma en un banquete. Es tal el amor de Cristo por los suyos que decide esconderse en un poco de pan y en un poco de vino para que podamos comerlo, hacerlo nuestro, mezclarlo con nuestra propia carne y nuestra propia sangre. ¡Hasta dónde nos amó Jesús! Las madres suelen decir a sus hijos: “¡te comería a besos!”. Pero saben que no lo pueden hacer. Sin embargo, Cristo sí lo pudo hacer y lo hizo. Por eso la Eucaristía, don de Jesús a la Iglesia, es un banquete de amor, el amor que Él sintió por nosotros y la necesidad de estar con nosotros, pues el amor exige cercanía.
Pregúntate si te acercas a ese banquete con ese sentimiento de amor comido; si te preparas dignamente a participar en él; si sientes necesidad de ese banquete.
Súplica
Señor Jesucristo, que, nos amaste hasta el extremo y que quisiste que ese amor estuviese a nuestra disposición, decidiste quedarte en el banquete de tu amor a nuestra disposición.
Es el tuyo un amor entregado, cercano que el hombre puede hacer suyo mediante la participación en ese sagrado banquete.
Nunca nadie estuvo tan cerca de aquel a quien ama. Nunca ningún dios estuvo tan cerca de sus fieles como Tú, Señor Jesús, estás de tus seguidores.
Gracias, Jesús, por haberte quedado con nosotros. Gracias por haberte escondido en un poco de pan y un poco de vino. Gracias porque tu amor no nos ha defraudado. Ayúdame a acercarme a ti con limpieza de alma y lleno de gratitud el corazón. Amén.
Jaculatoria: “Cerca de ti, Señor, yo quiero estar”