sábado, 26 de marzo de 2011

SEGUNDO SÁBADO DE CUARESMA

Señor, Dios nuestro, que, por medio de los sacramentos, nos permites participar de los bienes de tu reino ya en nuestra vida mortal, dirígenos tú mismo en el camino de la vida, para que lleguemos a alcanzar la luz en la que habitas con tus santos. Amén.

Meditación

1.- "Nos das, Señor, un anticipo de la gloria futura". Participar en los Sacramentos ya es un anticipo de divinidad. Los Sacramentos, son, pues, un momento de divinidad que se cuela en nuestra humanidad. Son un momento de gloria eterna en medio de los sufrimientos y penalidades humanas. Son un momento de luz increada en medio de las tinieblas que nos rodean. El tiempo de Cuaresma se nos presenta como un momento en el que renovamos e intensificamos nuestra participación sacramental, nos preguntamos como la vivimos, cómo la preparamos y como la gozamos.

2.- La realidad humana puede ser descrita como la nave en medio de la noche en un agitado mar. Los vientos de la vida frecuentemente son contrarios, las olas que pretenden ahogarnos son amenazantes, la oscuridad es cegadora impidiéndonos ver con claridad el camino que andamos. ¿Cómo mantener la dirección y llegar a puerto seguro?. Afortunadamente la pobre barca tiene un faro que, con su luz, la guía hacia la salvación. Los marineros seguirán remando pero seguros, hay una luz que les ilumina el camino.

3.- "Dirígenos tú mismo en el camino de la vida", le pedimos al Señor. Él es ese faro que salva. Por eso:

Pregúntate: Cómo te acercas a los sacramentos, cómo te preparas para recibirlos.

Pregúntate: Cuáles son las olas morales que te amenazan, cuáles los vientos contrarios que intentan frenar tu navegar hacia Jesús.


Súplica

Señor Jesucristo, por medio de tus Sacramentos, te unes indisolublemente a mí. Tu Sangre divina y preciosa se mezcla con mi sangre pecadora, tu Cuerpo glorioso se une a mi carne frágil y débil. ¿Cómo agradecerte, Señor, ese detalle de amor tan incomprensible?.

Es atado a ti por cuerdas de amor como quiero seguir mi personal ciacrucis cuaresmal. Es atado a ti como deseo llegar a la Pascua. No me dejes desatar esos lazos de amor con que me atas a ti, Jesús. Antes bien, si ves que, por mi debilidad, intento soltarme de tu abrazo de amor, átame mas fuerte a tu corazón y mantenme allí contigo, al seguro de todo mal.

Que sepa, con la fuerza de tu gracia, capear los oleajes amenazantes; que la oscuridad del mal no me ciegue. Que los vientos contrarios no me ahoguen, Señor,

Amén.


Jaculatoria

Sé Tú, Jesús, el faro de mi vida.

SEGUNDO VIERNES DE CUARESMA

Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal, lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado. Amén.

Meditación

1.- "Antes de emprender el camino, graba la meta en tu corazón", decía el filósofo. El Miércoles de Ceniza nos hemos puesto en camino hacia la Pascua. Durante cincuenta días caminamos hacia un sepulcro vacío, origen y prueba de nuestra Fe. Queremos llegar a ese día y escuchar las palabras del ángel: "Buscáis a Jesús el Nazareno? ¡No está aquí, Ha resucitado!. Esa victoria del Nazareno sobre la muerte y la tumba, es el fundamento de nuestra esperanza y nuestra alegría. Ese sepulcro vacío nos hace caminar esperanzados y gozosos. Esa victoria de Cristo Resucitado es la meta de todo nuestro camino cuaresmal.

2.- El gozo de la cercanía de Pascua pone alas a nuestros pies. La alegría del encuentro con el resucitado condiciona nuestro caminar. Cada día de Cuaresma es un paso más que nos acerca a ese sepulcro vacío y a Aquel que salió de él. Sin embargo, esa alegría pascual no nos puede ocultar las contrariedades del camino. El lodo y el barro se nos van pegando. Mas de un charco encontramos en nuestra vida. Pero, a pesar de los charcos, el polvo y el lodo de nuestras obras y palabras, queremos llegar a la meta limpios, enteros, conforme a la importancia de Aquel que nos espera. Eso es precisamente lo que la Iglesia pide al Padre: "que lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado". Y la "penitencia cuaresmal" es precisamente el agua que nos purifica de tanto lodo. Mortificar los sentidos, dominar los gustos y caprichos, empeñarnos en la caridad iluminan nuestro caminar.


Pregúntate: Cuáles son los charcos en que te metes con más frecuencia, los lodos que mas te ensucian.

Pregúntate: Qué vas a hacer hoy para purificarte con el corazón con el corazón puesto en la Pascua.


Súplica

Señor Jesucristo, el Viviente, el Vencedor de la muerte, Tú que has vaciado el sepulcro como prueba de tu gloriosa resurrección, mírame caminando hacia ese misterio de luz y de vida, pon fuerza en mi voluntad y ánimo en mi espíritu para seguir penitencialmente estos días cuaresmales, de modo que llegue a la pascua con un gozo desbordante.


Tú conoces mi vida y sabes cuántas veces ese caminar lo he estropeado metiéndome en charcos de egoísmos, superficialidad, soberbia, avaricia, y tantos otros. Por eso, purifícame de tanto lodo cuanto he cogido hasta ahora. Límpiame para que llegue a tu encuentro pascual resplandeciente de gracia y alegría.

Amén.


Jaculatoria

Límpiame, Señor, y, quedaré más blanco que la nieve.

jueves, 24 de marzo de 2011

SEGUNDO JUEVES DE CUARESMA

Señor, tú que amas la inocencia y la devuelves a quien la ha perdido, atrae hacia ti nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Amén.

Meditación

1.- El Señor devuelve la inocencia a quien la ha perdido. Es un consuelo enorme esta afirmación, pues, entre quienes han perdido la inocencia estamos tu y yo. El amor que perdona del Padre devuelve la vida de la gracia a quien, por su debilidad humana, la había extraviado. No todo está perdido a Dios gracias. Dios no nos ha excluído de su corazón para siempre. Cuando nos hemos alejado de Él siguiendo nuestros senderos, Él sale a nuestro encuentro y reconduce las agujas del carril de nuestra vida, y lo hace desde la cruz asumiendo en su carne nuestra lejanía.

2.- Ese nuevo rumbo de nuestra vida consiste en que "Él atrae hacia si nuestros corazones abrasándolos en el fuego de su Espíritu Santo". Su corazón abierto en la cruz por la lanza del soldado romano se convierte en un imán que atrae irremediablemente nuestros corazones hacia el suyo.

3.- Hoy la Iglesia, agradece al Señor ese gesto de reconversión, ese devolvernos a la primitiva inocencia, pero, al mismo tiempo, le suplica con toda humildad que nos mantenga resguardados en su corazón y abrasados de amor divino.

Pregúntate: si, el hecho de devolverte la inocencia perdida, ye compromete a caminar por otra vía, y cuál es esa vía.

Pregúntate: si te sientes amado y atraído hacia Dios por esa misericordia suya infinita.

Pregúntate: como vas a vivir hoy esa nueva inocencia que Dios te regala en la penitencia.

Súplica

Señor Jesucristo, atrae hacia ti mi corazón rebelde y obstinado. Que tu Corazón santo, horno de amor y ternura, sea imán hacia el que me sienta atraído.

Que no ponga mi corazón, mis afanes, mis deseos en las cosas de este mundo caduco y engañoso: Que todo cuanto me rodea me estimule para buscarte a ti por encima de todas las cosas, pues solamente Tú me puedes colmar de gozo y alegría.

Devuélveme, Señor Jesús, la inocencia perdida. Tú eres el alfarero que puede restaurar la vasija de mi alma rota por el pecado que libremente busqué y cometí.

Hazme un vaso nuevo, Señor. Dame un corazón y un alma a estrenar para amarte sin medida

Amén.


Jaculatoria

Hazme de nuevo, Señor.


miércoles, 23 de marzo de 2011

SEGUNDO MIERCOLES DE CUARESMA

Señor, guarda a tu familia en el camino del bien que tú le señalaste, y haz que, protegida por tu mano en sus necesidades temporales, tienda con mayor libertad hacia los bienes eternos. Amén.

Meditación

1.- Los bienes eternos, son la meta última y definitiva de nuestra existencia. Son bienes eternos, inmutables, son bienes espirituales y personales. Son bienes consistentes en una relación de amor eterno entre Quien es el Amor por esencia y nosotros que somos el amor por participación. Esa unión amorosa última y eterna es nuestro máximo bien, al cual hemos de tender sin dilación alguna.

2.- En esa búsqueda del bien absoluto y eterno se intercalan los bienes materiales, que son pasajeros y efímeros. No son éstos nuestro destino último, sino que son apoyos y lanzaderas para buscar con mas ahínco, si cabe, los bienes eternos. Nos acercaremos a los bienes materiales y los usaremos en la medida en que nos faciliten ese encuentro de amor eterno con Dios. San Ignacio de Loyola lo decía: "usar las cosas de este mundo en tanto en cuento nos ayuden a buscar los bienes eternos".

3.- El riesgo existe y consiste en dejarnos atrapar por esos bienes efímeros que nos rodean y que necesitamos. El riesgo existe y consiste en vivir usándolos como si fuesen la panacea de nuestros deseos. El riesgo existe y consiste en instalar en ellos nuestro corazón con nuestra esperanza. Por eso suplicamos al Padre: "que nos guarde en el camino del bien"

Pregúntate: si los bienes materiales te preocupan en demasía, si te quitan la paz, si los buscas afanosamente no como un trampolín para los eternos sino como fin en sí mismos. ¿Qué bienes materiales se han apoderado de tu corazón?. ¿Está tu corazón en la meta última del amor eterno? o vives demasiado cogido por las cosas de este mundo.

Súplica

Señor Jesucristo, mi Bien último y supremo, hacia ti levanto mi corazón en este día cuaresmal para darte gracias por ser Tú quien te me das como premio eterno

Gracias porque sigues velando por tu Familia santa, por cada uno de los que hemos sido agraciados con el don del Bautismo. Gracias, Señor, porque, en el momento de mi muerte, dejando atrás todos los bienes materiales, me esperas Tú con los brazos abiertos para entregarte a mí como Bien eterno.

Enséñame, Señor, a valorar y usar las cosas terrenales como primicias de los bienes infinitos de tu amor. No permitas que ponga mi corazón ni mi esperanza en las cosas de este mundo. Que sepa usarlas como trampolín para alcanzar tu gloria sempiterna.

Amén.


Jaculatoria

Eres Tú, Señor, mi gloria y mi corona.


Reflexión Final

Dicho de otra forma, si tenemos nuestra mente en el coche, la hipoteca, el ascenso, la ropa, las vacaciones o los caprichos, no estamos siendo buenos cristianos. El materialismo es lo único que les queda a los ateos. Si somos materialistas, estamos siendo como ellos. Cuando atravesemos el umbral de la muerte, nada material -poseído o envidiado- nos servirá para nuestra salvación. Porque moriremos, y después de la muerte habrá un juicio. No lo olvidéis.