Meditación
1.- Los bienes eternos, son la meta última y definitiva de nuestra existencia. Son bienes eternos, inmutables, son bienes espirituales y personales. Son bienes consistentes en una relación de amor eterno entre Quien es el Amor por esencia y nosotros que somos el amor por participación. Esa unión amorosa última y eterna es nuestro máximo bien, al cual hemos de tender sin dilación alguna.
2.- En esa búsqueda del bien absoluto y eterno se intercalan los bienes materiales, que son pasajeros y efímeros. No son éstos nuestro destino último, sino que son apoyos y lanzaderas para buscar con mas ahínco, si cabe, los bienes eternos. Nos acercaremos a los bienes materiales y los usaremos en la medida en que nos faciliten ese encuentro de amor eterno con Dios. San Ignacio de Loyola lo decía: "usar las cosas de este mundo en tanto en cuento nos ayuden a buscar los bienes eternos".
3.- El riesgo existe y consiste en dejarnos atrapar por esos bienes efímeros que nos rodean y que necesitamos. El riesgo existe y consiste en vivir usándolos como si fuesen la panacea de nuestros deseos. El riesgo existe y consiste en instalar en ellos nuestro corazón con nuestra esperanza. Por eso suplicamos al Padre: "que nos guarde en el camino del bien"
Pregúntate: si los bienes materiales te preocupan en demasía, si te quitan la paz, si los buscas afanosamente no como un trampolín para los eternos sino como fin en sí mismos. ¿Qué bienes materiales se han apoderado de tu corazón?. ¿Está tu corazón en la meta última del amor eterno? o vives demasiado cogido por las cosas de este mundo.
Súplica
Señor Jesucristo, mi Bien último y supremo, hacia ti levanto mi corazón en este día cuaresmal para darte gracias por ser Tú quien te me das como premio eterno
Gracias porque sigues velando por tu Familia santa, por cada uno de los que hemos sido agraciados con el don del Bautismo. Gracias, Señor, porque, en el momento de mi muerte, dejando atrás todos los bienes materiales, me esperas Tú con los brazos abiertos para entregarte a mí como Bien eterno.
Enséñame, Señor, a valorar y usar las cosas terrenales como primicias de los bienes infinitos de tu amor. No permitas que ponga mi corazón ni mi esperanza en las cosas de este mundo. Que sepa usarlas como trampolín para alcanzar tu gloria sempiterna.
Amén.
Jaculatoria
Eres Tú, Señor, mi gloria y mi corona.
Reflexión Final
Dicho de otra forma, si tenemos nuestra mente en el coche, la hipoteca, el ascenso, la ropa, las vacaciones o los caprichos, no estamos siendo buenos cristianos. El materialismo es lo único que les queda a los ateos. Si somos materialistas, estamos siendo como ellos. Cuando atravesemos el umbral de la muerte, nada material -poseído o envidiado- nos servirá para nuestra salvación. Porque moriremos, y después de la muerte habrá un juicio. No lo olvidéis.
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