sábado, 16 de abril de 2011

SÁBADO DE PASIÓN

Señor, tú que realizas sin cesar la salvación de los hombres y concedes a tu pueblo, en los días de Cuaresma, gracias más abundantes, dígnate mirar con amor a tus elegidos y concede tu auxilio protector a los catecúmenos y a los bautizados. Amén

Meditación

1.- Los catecúmenos no suelen formar parte de nuestras preocupaciones espirituales. Son quienes se preparan para recibir el santo bautismo. Son cristianos de deseo pero no de hecho. Su camino de preparación ha de ir acompañado por la cercanía y la oración de los bautizados.

La Iglesia los tiene presentes en este día ante la inminencia de la Noche Santa de Pascua en que serán bautizados. Es por lo que deben sentirse acompañados por la oración unánime de la Iglesia. Desde hoy hasta el Sábado Santo han de estar en nuestro corazón y en nuestra oración.

Al Señor que, en Cuaresma concede gracias mas abundantes, le pedimos que se vuelque con los catecúmenos, que los ilumine el Espíritu Santo, que los llene de su gracia y los haga dignos hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Es conveniente, en estos días santos, recordar que son miles y miles de personas que el Sábado Santo entrarán a formar parte de la Iglesia. Razón por la que les hemos de tener presentes en nuestras mortificaciones y oraciones.

Pregúntate: cómo los vas a tener presentes en tu vida. En qué momentos vas a interceder por ellos, si la conversión de los hombres a la fe de Cristo forma parte de tus prioridades cristianas.


Súplica

Señor Jesucristo, que no cesas de llamar a tu Iglesia a hombres de todos los pueblos, razas y condiciones, mira a los catecúmenos que en la noche santa de Pascua recibirán el bautismo.

Infunde en ellos tu Espíritu Santo, santificador de las almas, para que los transforme en imágenes tuyas. Que more siempre en sus corazones, que les abra el corazón al amor y al perdón divinos.

Y a mí, Señor, dame un corazón preocupado por la extensión de tu Reino; que la conversión de quienes te desconocen o te rechazan me mueva a interceder por ellos. Dame un corazón de apóstol como el tuyo.

Amén.


Jaculatoria

Dame, Señor, un corazón de apóstol.

VIERNES DE PASIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Amén

Meditación

1.- En la encarnación del Verbo de Dios la divinidad asumió nuestra humanidad. Así, El Eterno tiene, desde entonces, dimensión temporal; el Omnipotente se hace limitado y pobre; el Creador se hace criatura; el Todopoderoso se hace dependiente; el Señor de todo se hace esclavo de todos; el Espiritual, se hace material.

2.- En la Encarnación del Verbo de Dios, nosotros, los hombres, nos engarzamos en la divinidad. Los temporales nos hacemos eternos; los pobres nos hacemos ricos; los esclavos nos hacemos libres; los materiales nos hacemos espirituales. Suplicamos al Padre: "que lleguemos a hacernos semejantes a Él -Jesús- en su naturaleza divina".

3.- En la Encarnación del Verbo de Dios, tiene lugar un admirable intercambio: Él nos hace partícipes de su divinidad y nosotros le pasamos nuestra humanidad. Lógicamente Él sale perdiendo y nosotros ganando.

La Encarnación del Verbo de Dios exige de nosotros que vivamos conforme a la dignidad de ser hijos de Dios, seres divinizados, herederos de una dimensión eterna.

Pregúntate: si vives conforme a esa dignidad; si eres consciente de tu dimensión divina, qué forma de vivir brota de esa nueva condición de ser humano divinizado.


Súplica

Señor Jesucristo, Verbo eterno del Padre e Hijo cosubstancial con Él Te doy gracias de todo corazón por haber aceptado hacerte hombre para salvarnos a los hombres. Te doy gracias por haberte hecho mortal para regalarme tu divinidad; por haberte hecho pobre para enriquecerme con tu pobreza.

Gracias de todo corazón, Señor Jesús, por haberme dado la libertad de espíritu aunque para ello tuviste que hacerte esclavo.

Gracias, Señor Jesús, por compartir mi pequeñez, mis limitaciones, mis sufrimientos y mis alegrías.

Cóncedeme la gracia de vivir conforme a mi dignidad de heredero de vida eterna, de hijo del Padre y de compartir contigo tu divinidad.

Amén.


Jaculatoria

Hágase en mí según tu palabra.