Meditación
1.- Parte la Oración de una realidad espiritual incuestionable, que nosotros, en virtud de nuestro Bautismo, somos "consagrados a su servicio". En el Bautismo, nuestra persona sufrió una profunda y radical transformación: quedó "sacralizada, consagrada, santificada". El hecho de haber sido "apartado, separado" por Dios y para Dios, me ha constituido en santo, sagrado, dedicado a Él. Por eso, ocuparme de otras cosas, dar prioridad a otros servicios en desplazarme de mi configuración espiritual. La Oración nos recuerda que Él, Cristo, es, para nosotros, "lo único importante", por lo que Cristo es lo único que nos ha de preocupar y en cuya búsqueda hemos de plasmar nuestra vida.
2.- Buscar prioritariamente a Cristo, como le pedimos hoy al Señor, no es algo exclusivo ni excluyente, es prioritario. El hecho de buscar a Cristo, como exige nuestra condición de "separados para Él", nos empuja a encontrarle donde realmente se encuentra: en los hermanos. Por eso, sabiendo que nuestro Amo y Señor, al cual nos debemos prioritariamente, vive en cada persona, nuestro servicio a Cristo ha de centrarse en el servicio a nuestros hermanos. Y lo haremos mediante las obras de misericordia, sean espirituales o materiales. Por eso:
Pregúntate: si Cristo es par ti lo único importante.
Pregúntate: si lo buscas apasionadamente, si te sientes un afortunado al haber sido separado para su servicio, y si lo buscas en los hermanos mediante las obras de misericordia.
Pregúntate: cuál de ellas vas a intentar practicar hoy.
Súplica
Señor Jesucristo, Tú eres lo único y primordial en mi vida. A ti me entregué cuando bajé a las aguas bautismales, quedando incorporado a ti. Tú me apartaste, por pura voluntad tuya, para ser consagrado a tu servicio, para no servir a otro señor que no seas Tú.
Bien sabes, Señor Jesús, que mi debilidad es grande, que frecuentemente he buscado otros señores que ni llenan mi corazón ni me colman de alegría.
Hoy quiero volver mis ojos a ti, mi Señor y mi todo, para llenar mi vida de un gozo profundo que brota de servirte a ti con total entrega.
Quiero, Señor, buscarte en mis hermanos los hombres, descubriendo tu rostro en cada uno de ellos. Y deseo hacerlo mediante las prácticas de misericordia. Por eso, Jesús, dame un corazón misericordioso como el tuyo.
Amén.
Jaculatoria
Jesús, Señor mío y mi Todo.
Reflexión Final
Quedaros con la frase: "Jesús es lo único importante". Creo que -aunque parezca un tópico- es la clave del ser cristiano. Se puede pecar, y tener pecados graves. Incluso caer una y otra vez. Pero si para nosotros Cristo es lo único importante, tenemos la mitad del trabajo hecho. El resto son detalles y ajuste fino. Pero no es fácil. Porque, amar a Cristo, tiene que salir de uno mismo, y en ese sentido, los cristianos somos afortunados.
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