Meditación
1.- Agradar a Dios en todo ha de ser la meta de todo aquel que sigue a Jesucristo como a su Maestro y Señor. Esta meta no consiste en optar por el bien en vez de por el mal, que eso se da por supuesto en un cristiano, sino que trata de optar siempre por lo más perfecto, lo que mas le agrada a Dios. Es, pues, una invitación a buscar la perfección. Podemos examinar nuestra conciencia y encontraríamos cómo nos esforzamos por optar por el bien, por lo justo, por lo correcto. Esta es una actitud normal. Sin embargo no podemos quedarnos ahí, hemos de esforzarnos por buscar contínuamente lo que es mas agradable a Dios, es una lucha por la búsqueda de la perfección. Jesús dice: "Lo que agrada a Dios, eso hago siempre" (JUan 8,29). Por tanto, nuestro compromiso ha de ser siempre el de optar entre mayor y menor agrado a Dios.
2.- La filosofía afirma: "nadie da lo que no tiene". Y es que de la nada no se saca nada. Nosotros somos limitados física y espiritualmente. Además, nuestra limitación espiritual viene agravada por nuestro pecado personal. Por tanto, no tenemos en nosotros mismos la capacidad para tender constantemente a la perfección. El mismo Señor Jesús nos lo recuerda en el Evangelio: "sin mí no podéis hacer nada" (Juan 15,5). Por eso la Iglesia pide al Padre nos conceda "amor y misericordia" para poder optar siempre por lo que mas le agrada.
Pregúntate: si busca la perfección o te conformas con no pecar. Qué vas a hacer el día de hoy para agradar a Dios.
Súplica
Señor Jesucristo, sin ti no podemos hacer nada pues solamente Tú eres la fuente de donde mana la fuerza que necesitamos. A ti, a tu Corazón abierto, acudo este día para beber esa gracia fuerte y fecunda que me ayude a agradarte siempre en todo lo que pienso, hago y digo.
Señor Jesús, Tu amor y tu misericordia me perdonan mis pecados y robustecen mi espíritu para saber optar siempre por aquello que te complace. Empújame, Señor, hacia la perfección. Fortalece mi débil voluntad para que sepa optar convenientemente, según tu santa voluntad.
Derrama en mi alma el don de la Fortaleza, de modo que, siempre y en todo lugar, sepa discernir lo que es mas agradable a tus ojos y lo haga con inmenso gozo.
Amén.
Jaculatoria
Tu voluntad sea mi delicia, Señor.
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