Meditación
1.- Es interesante constatar que, el Señor nos pide no celebrar los sacramentos pascuales, sino vivirlos. Porque siempre que se viven los sacramentos pascuales, se celebran, pero no siempre que los celebramos los vivimos. Entre celebrar y vivir hay una profunda y radical diferencia. Porque la celebración se desarrolla en un marco externo: gestos, oraciones, limosnas, ayuno, ritos. Mientras que la vivencia se desarrolla en un ámbito interior, espiritual, íntimo, en el corazón. Entre celebración y vivencia no hay oposición alguna sino todo lo contrario. Toda celebración cuaresmal y pascual ha de brotar de una vivencia. De ahí la importancia de poner el norte en nuestra vida cuaresmal, no en lo externo, en la celebración, sino en lo interno, en la vivencia.
2.- Llegados a este punto cuaresmal, hemos de revisar nuestro proceder para darnos cuenta de si celebramos o vivimos. Como vivir los misterios pascuales es algo puramente interior, espiritual y salvífico, necesitamos que sea el Señor quien nos ayude a tomar esa decisión y a llevarla a cabo. De ahí que hoy la Iglesia sienta la necesidad de clarificar las cosas y, por ende, acude al Señor suplicándole le ayude en esta tarea de interiorización de la Cuaresma y de la Pascua.
Pregúntate: cómo estás viviendo estos días cuaresmales, si te quedas en el mero culto, la pura celebración, en gestos o ritos vacíos de interioridad. Qué deberías hacer para llenar esas celebraciones y esos ritos de vida interior.
Súplica
Señor Jesucristo, Vida mía, llegado a mitad del camino cuaresmal, y vislumbrando la cercanía de la Pascua, acudo a tu divina omnipotencia, solicitando ayuda y fuerza para interiorizar mi lucha ascética de estos días.
Corro el riesgo, Señor, de quedarme en meras exterioridades: oraciones, mortificaciones, ayunos, ritos y no llenarlos de vida. Esos actos externos pueden oscurecer el verdadero sentido cuaresmal y pascual.
Extiende sobre mí el rocío de tu gracia para que viva en el corazón cuanto celebro exteriormente. Ayúdame, Señor, a evitar vaciedades interiores. Que cultive en mi corazón tu pasión y tu resurrección; y en ellas encuentre gozo y progreso interior.
Corro el riesgo, Señor, de quedarme en meras exterioridades: oraciones, mortificaciones, ayunos, ritos y no llenarlos de vida. Esos actos externos pueden oscurecer el verdadero sentido cuaresmal y pascual.
Extiende sobre mí el rocío de tu gracia para que viva en el corazón cuanto celebro exteriormente. Ayúdame, Señor, a evitar vaciedades interiores. Que cultive en mi corazón tu pasión y tu resurrección; y en ellas encuentre gozo y progreso interior.
Amén.
Jaculatoria
Entra en el fondo del alma y enriquéceme, Señor.
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