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viernes, 21 de enero de 2011

RETIRO ESPIRITUAL: MEDITACIÓN 7

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí. Que me ves, que me oyes., te adoro con profunda reverencia. Pido perdón por mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.

A un moribundo le llega su última hora y antes del Juicio se encamina hacia el cielo. Le dice San Pedro, oiga, ¿Dónde va usted?.

Pues yo voy al Cielo, que me han dicho que se entra con mil puntos.

Y le dice San Pedro: oye, ¿tú tienes mil puntos?.

Sí, responde el otro, yo creo que sí.

A ver, vamos a ver. Empieza. Qué has hecho en la vida.

Estooo, yooo, he ido 120 veces a misa los domingos.

San Pedro dice, bueno vale. 0,8 puntos. Más cosas

Me he confesado por lo menooos 30 veces.

Ok. 0,6 puntos. Sigue.

Pues habré dado limosna varias veces a lo largo de mi vida.

Bien. 0,3 puntos. Prosigue.

El pobre hombre se esfuerza por sacar las buenas obras que hizo en su vida:

Yoo, esto, yooo, ayudé a una viejecita a cruzar la calle.

Ok. 0,6 puntos.

Después de todo un día de sudores, le dijo a San Pedro ¿cuánto llevamos?. 4,2 puntos. Y ya desesperado imploró: Señor, ayúdame, que no puedo llegar yo solo…Cliiiing. 1000 puntos.



Y esta es nuestra vida. Vemos a Jesús y decimos Señor, yo sólo no puedo. Lo importante en orden a la eternidad es lo que Jesús hace por nosotros, y no lo que nosotros podemos hacer.

Nos hiciste señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti. ¿Qué es lo importante en nuestra vida?.

Para mi la vida es cristo y la muerte una ganancia (San Pablo).

Es necesario orar por las almas del purgatorio. Sacerdotes por los que nadie ha rezado nunca, y quizá estén ahí en el purgatorio. Es muy triste observar que es precisamente en estos tiempos cuando hay más cantidad de personas que han decidido condenarse.

Y no lo digo por gente que haya vendido su alma al diablo, o milite en sectas satánicas, que los hay, y son más de los que nos pensamos. Lo digo por esa gente que se mofa de Dios, se ríen de la Iglesia, de los Sacramentos, de los Santos…es terrible ¿verdad?. Son personas que quieren su condenación. Cuesta creer que hay gente así, que quiera hacer el mal. Perdónanos Jesús a nosotros que pensamos que somos buenos y nos quedamos tan tranquilos.



En el apocalipsis leemos lo que el ángel dice a la Iglesia de Éfeso: conozco tu conducta, tu fatiga y tu paciencia, has sufrido por mi nombre sin desfallecer. Pero tengo contra ti que has perdido el fervor del primer amor. El Señor nos pregunta ¿Por qué has perdido el brío del primer amor?.

Este es un buen momento para pedirle al ES que purifique a fondo nuestra alma.

En n congreso en Fátima (Portugal) salió a la luz la historia de un sacerdote que sufrió una cruel persecución en la Albania maoísta. A los 80 años, éste sacerdote salió de la cárcel donde había estado encerrado mas de 50 años por predicar la verdad de Nuestro Señor. Y ese sacerdote decía: agradezco a Jesús el haberme dado la gracia de permanecerle fiel durante toda una vida marcada por las cadenas.

Soy albanés, y todos ustedes saben que mi patria apenas acaba de salir de las tinieblas de una dictadura comunista de las mas crueles e insensatas, que ha dirigido su odio contra todo lo divino.



Muchos de mis hermanos en el sacerdocio murieron mártires, a mí, sin embargo, me ha tocado vivir. Fui arrestado en 1947, después tuve un proceso falso e injusto. Me cayeron 17 años como preso y otros 17 de trabajos forzados. Prácticamente, he conocido la libertad a los 80 años.

Me sorprendo de haber podido soportar tanto sufrimiento con una fuerza que no era la mía, con una serenidad que no podía tener otra fuente que el corazón de Dios. Me han oprimido con toda clase de torturas. Cuando me arrestaron por primera vez, me obligaron a permanecer 9 meses en un baño. Estaba acurrucado encima de los excrementos endurecidos, sin poderme estirar por completo, tan estrecho era el sitio.

Me ataron a una cuerda, de tal modo que solo podía tocar el piso con la punta de los pies. Hacía frío, sentía el hielo que subía por mi cuerpo. Era como una muerte lenta.

Con mucha frecuencia me torturaban con la corriente eléctrica, colocando alambres en mis oídos. Era una cosa horrible. De vez en cuando me ataban los pies y las manos con alambres y me tiraban en un lugar oscuro donde las ratas correteaban por mi cuerpo. Vivía una tortura de permanentes interrogatorios siempre acompañados de violencia física. Recordaba entonces la violencia sufrida por Jesús ante el sanedrín.



Me habían requisado todo, no tenía nada más que un rosario. Pero he deciros hermanos, que todos los sufrimientos de la tierra no son comparables a la dicha que nos tiene preparada nuestro Padre en el Cielo.

Sabiendo esta gran verdad permanezcamos en esta vida cerca de la cruz de Cristo, sin importarnos cómo haya de presentarse esa cruz en nuestra vida.

Poco después de salir de la cárcel, éste sacerdote se encontró cara a cara con el que había sido su torturador durante años. El padre se acercó a él le abrazó y le dio las gracias.



Vamos a pedirle al ES que nos ayude a comprender el gran misterio de la cruz de Cristo.


Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones, que me has comunicado en esta meditación, te pido ayuda para ponerla por obra. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.