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sábado, 23 de abril de 2011

LA PASIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO: CÓMO LE FUE REVELADA A SOR JOSEFA MENÉNDEZ

He seleccionado otro interesante libro de mi canal de Scribd. Es una revelación particular de Jesús a sor Josefa Menéndez, que ya ha salido en este blog con motivo de un post sobre el infierno. La revelación, relata la Pasión del Salvador, que Él mismo le contó a la religiosa.




PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; santifica a tus hijos y protégelos siempre, pues Jesucristo, tu Hijo, a favor nuestro instituyó por medio de su sangre el misterio pascual. Amén.


 




Meditación

11)      La sangre siempre fue concebida como el principio de la vida. Más aún, la vida estaba en la sangre. Perder sangre era perder un poco de vida. En el Antiguo Testamento, la sangre tenía el poder de perdonar pecados. Así, los judíos sacrificaban un animal y rociaban su sangre sobre el altar y sobre las jambas de las puertas de sus casas. Fue Dios mismo quien di esta orden a Moisés: “Sacrificad un cordero y untad su sangre en las puertas de vuestras tiendas. Cuando el ángel pase esta noche, al ver la sangre, repetará esa casa y ninguno de sus moradores morirá”. O sea, la sangre era señal segura de vida y salvación.
22)      En el Nuevo Testamento, Jesús derramó su sangre para salvar nuestras vidas. Mas aún, San Pedro nos dice: “No fuisteis comprados con oro ni plata, sino con la Sangre del Hijo de Dios”. La Sangre de Cristo derramada en su pasión fue la prenda de nuestra salvación.
Hoy, Viernes Santo, es el día en que la Iglesia venera esa Sangre divina derramada por nosotros. Por eso, en la Oración, dice: “Jesuristo instituyó la Pascua por medio de su sangre”. Es, pues hoy un día de gratitud por esa Sangre de Cristo. Y también es el momento de recordar cuánto valemos para Dios, pues nos compró con su Sangre.
Dale, hoy, gracias al Señor y pregúntate si te paras a pensar lo mucho que vales para el Señor.





Súplica

Señor Jesucristo, Tú eres el Cordero sin mancha, inocente, que cargó con nuestros pecados y quitó los pecados del mundo. Tú eres la víctima inocente que se sacrificó por nosotros derramando su preciosa sangre en el árbol de la cruz.

Con esa sangre, nos compraste para ti, nos convertiste en herencia tuya. Esa Sangre tuya es la llave que nos abrió las puertas del Reino eterno.

En tu Sangre hemos lavado nuestras conciencias manchadas por el pecado y hemos renacido a una vida nueva. En tu Sangre, Señor Jesús, brotó la vida y la felicidad para todos.

Gracias, Señor Jesús, por tu entrega generosa y santificadora. Gracias porque tu Sangre me redimió, me salvó y me perdonó. Amén.


Jaculatoria: “Sangre de Cristo, embriágame”