En este post no pretendemos dar fechas precisas ni aseguramos poseer la certeza de la verdad. Jesucristo nos advierte que: "Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (San Mateo 24, 36). No pretendemos, por consiguiente, asegurar las fechas ni los acontecimientos que precederán al retorno del Señor a la Tierra. Es sólo un humilde intento de consignar la secuencia de los hechos que precederán a la parusía, la cual ya podemos entrever como muy próxima, para que ante la evidencia de los hechos los hombres enderecen sus vidas pecaminosas y se preparen a recibir con dignidad al Señor en Su segunda y definitiva venida a la Tierra.
Tal como nos advierte la Escritura, los acontecimientos importantes para la humanidad vienen precedidos por anuncios proféticos:
No hace nada el Señor Yahveh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas. (Amós 3, 7)
Dios envía signos diversos a personas humildes con el fin de dar mayor credibilidad a Sus avisos. El hecho de que unos niños del Portugal rural, analfabetos y totalmente ignorantes de lo que sucedía en el mundo, reciban un mensaje de gran envergadura como fue el de Fátima, es un signo claro de que esta revelación no puede ser el resultado de una invención de mentes fantasiosas.
Este mismo esquema se reproduce con otras apariciones cuyo contenido apocalíptico impidió que fuesen aceptadas por la Iglesia.
Dios envía signos diversos a personas humildes con el fin de dar mayor credibilidad a Sus avisos. El hecho de que unos niños del Portugal rural, analfabetos y totalmente ignorantes de lo que sucedía en el mundo, reciban un mensaje de gran envergadura como fue el de Fátima, es un signo claro de que esta revelación no puede ser el resultado de una invención de mentes fantasiosas.
Este mismo esquema se reproduce con otras apariciones cuyo contenido apocalíptico impidió que fuesen aceptadas por la Iglesia.
Para este trabajo nos basaremos en diferentes profecías del pasado como las de San Malaquías, y otras mucho más recientes, como las de La Saleta, Garabandal, El Escorial, Vassula y Akita. La aparición de Bayside, en Nueva York, que es muy similar a las anteriores, ha sido condenada por la Iglesia, por lo que no la tomaremos en consideración.
EL AÑO PROBABLE: 2033 Ó 2037
Las profecías sobre la parusía no suelen ser aceptadas por la Iglesia. Basta que cualquier aparición haga referencia a una fecha concreta sobre el fin de los tiempos para que sea automáticamente dejada de lado. Algunas, como la de Bayside, se condenan abiertamente por su contenido heterodoxo. El resto, simplemente encuentran como respuesta el silencio. La Iglesia no se pronuncia sobre ellas.
Esto fue lo que ocurrió con las profecías de San Malaquías.
Este santo irlandés compuso una lista profética sobre los 113 papas que se sucederían desde su época, alrededor del año 1000, hasta el fin de los tiempos. A cada uno de estos papas le aplicó un breve lema que representaría un hecho significativo sobre su persona o su reinado.
Actualmente, se sienta en el trono de San Pedro el papa Benedicto XVI, que según la lista de San Malaquías es el papa número 112. Por consiguiente, sólo restaría un papa más -Petrus Romanus, según la lista-, antes de la parusía.
Este santo irlandés compuso una lista profética sobre los 113 papas que se sucederían desde su época, alrededor del año 1000, hasta el fin de los tiempos. A cada uno de estos papas le aplicó un breve lema que representaría un hecho significativo sobre su persona o su reinado.
Actualmente, se sienta en el trono de San Pedro el papa Benedicto XVI, que según la lista de San Malaquías es el papa número 112. Por consiguiente, sólo restaría un papa más -Petrus Romanus, según la lista-, antes de la parusía.
Como es demasiado largo enumerarlos a todos, sólo mencionaremos las sorprendentes coincidencias entre los tres últimos papas y el lema que les fue asignado por el abad Maelmhaedhoc el nombre gaélico original de San Malaquías.
Pablo VI, papa número 108 tenía como lema Flos florum (La flor de las flores). La lis, es la planta apodada la flor de las flores, y ésta es precisamente el símbolo de la ciudad de Florencia, de la que era originario este papa. El escudo de armas de Florencia se compone de tres flores de lis.
Juan Pablo I, el papa 109, tenía como lema: "Mediate Lunae" o "Del término de la luna." Y él reinó exactamente 33 días: ¡Justo lo que dura un ciclo lunar!
Juan Pablo I, el papa 109, tenía como lema: "Mediate Lunae" o "Del término de la luna." Y él reinó exactamente 33 días: ¡Justo lo que dura un ciclo lunar!
El lema otorgado al papa Juan Pablo II en la lista de San Malaquías fue el de: "Laboris Solis" o "El trabajo del sol". Esto parece referirse a los contínuos viajes alrededor del mundo del "papa viajero", el cual, procedente del Este, como el Sol, viajó infatigablemente alrededor de todo el mundo extendiendo la Palabra (Luz) "de sol a sol".
El actual papa, Benedicto XVI tiene como divisa «Gloria Oliviae» (de la gloria del olivo) quizás referida a un largo período de paz.
Con la llegada del siguiente papa, Petrus Romanus, se iniciará según San Malaquías la gran persecución final del Anticristo contra la Iglesia, que se prolongará hasta el esplendoroso retorno del Mesías para restablecer Su reino en la Tierra.
Como podemos comprobar, si nos fiamos de la predicción de San Malaquías, el fin de los tiempos es realmente inminente. Sólo resta este papa actual -Benedicto XVI- antes del comienzo de los cataclismos que precederán al retorno del Hijo del Hombre.
Ahora vamos a tratar de precisar un poco más cuando tendrá lugar este hecho. Según ha expresado Benedicto XVI en su etapa de cardenal, este tiempo nuestro se caracteriza por la gran profusión de apariciones y signos celestiales de diverso tipo.
El actual papa, Benedicto XVI tiene como divisa «Gloria Oliviae» (de la gloria del olivo) quizás referida a un largo período de paz.
Con la llegada del siguiente papa, Petrus Romanus, se iniciará según San Malaquías la gran persecución final del Anticristo contra la Iglesia, que se prolongará hasta el esplendoroso retorno del Mesías para restablecer Su reino en la Tierra.
Como podemos comprobar, si nos fiamos de la predicción de San Malaquías, el fin de los tiempos es realmente inminente. Sólo resta este papa actual -Benedicto XVI- antes del comienzo de los cataclismos que precederán al retorno del Hijo del Hombre.
Ahora vamos a tratar de precisar un poco más cuando tendrá lugar este hecho. Según ha expresado Benedicto XVI en su etapa de cardenal, este tiempo nuestro se caracteriza por la gran profusión de apariciones y signos celestiales de diverso tipo.
Uno de ellos, y no de los menos importantes, tuvo lugar en el año 1961, en el pueblo español de San Sebastián de Garabandal. Este acontecimiento es reseñable por varios indicios. El primero es el evidente paralelismo con Fátima. La Santísima Virgen se aparece de nuevo a tres niños que no alcanzan aún los diez años. El mensaje que les transmite habla por un lado del decaimiento general de la religión: la corrupción de "muchos sacerdotes, obispos y cardenales" que "van por el camino de la perdición arrastrando con ellos a muchas más almas". Recalca la importancia extrema de la Eucaristía, cada vez más infravalorada; y exige más oración y sacrificios. En el segundo mensaje, se advierte explícitamente de que la corrupción moral generalizada traerá como consecuencia un "gran castigo" que consistirá en "fuego proveniente del cielo", en el que "perecerán dos tercios de la humanidad".
Las apariciones de Vassula se prolongaron durante varios años. En este caso, la vidente Vassula Ryden es la esposa de un diplomático sueco y recibió sus mensajes en varios países del mundo, Bangladés, Suíza, Egipto, etc. Recibe los mensajes a través de la escritura. Jesucristo hablaba a través de ella con una majestuosa escritura en la que repetía los mensajes de Garabandal. Es más, dice explícitamente que "Yo, el Señor, bendigo a Mis hijos de Garabandal" (13.10.1987). Es decir, la aparición de Vassula es una confirmación explícita del mensaje de Garabandal.
Otra aparición que se prolongó durante veinte años fue la de Prado Nuevo de El Escorial, en España. En este caso, la vidente -una sencilla mujer del mundo rural llamada Amparo Cuevas- entraba en éxtasis y por medio de ella se manifestaban de viva voz Jesucristo y María. Estas apariciones vuelven a reincidir en el mismo esquema de Garabandal: el mundo está convertido en una nueva Sodoma y Gomorra y será castigado de la misma forma que estas dos ciudades: con un diluvio de fuego proveniente del cielo. Jesucristo y María nos avisan de la necesidad imperiosa de rectificar el rumbo ante la degeneración moral a escala global en la que está inmersa la humanidad. Es también incesante la petición de oraciones y sacrificios antes de la llegada inminente del fin de los tiempos.
Estas apariciones son especialmente importantes para mí, pues he podido asistir personalmente a Prado Nuevo y doy fe de que en este lugar he tenido algo más que la vívida impresión de estar en presencia de la Divinidad. Asimismo puedo certificar personalmente una gran cantidad de testimonios fiables sobre acontecimientos sobrenaturales acontecidos en estas apariciones.
Estas apariciones son especialmente importantes para mí, pues he podido asistir personalmente a Prado Nuevo y doy fe de que en este lugar he tenido algo más que la vívida impresión de estar en presencia de la Divinidad. Asimismo puedo certificar personalmente una gran cantidad de testimonios fiables sobre acontecimientos sobrenaturales acontecidos en estas apariciones.
Una aparición que redunda otra vez sobre el mismo tema es la de Akita, en Japón. De una estatua de madera empiezan a brotar lágrimas y una voz interior se comunica con una de las hermanas. En este caso, es la Santísima Virgen quien habla a una monja sorda -quizás una metáfora sobre la sordera que el mundo actual muestra hacia las advertencias de Dios- y donde se vuelve a mencionar el mismo mensaje de Garabandal: de no cambiar, la humanidad tendrá que soportar un terrible castigo en forma de lluvia de fuego. Esta aparición es especialmente remarcable por dos cuestiones, la primera es que ha sido validada por la Iglesia, debido, posiblemente, a que no menciona explícitamente el fin de los tiempos, sino simplemente un castigo en forma de "fuego procedente del cielo". Y la segunda es que ha sido confirmada por la milagrosa curación de su vidente principal, sor Agnes, que recuperó la audición tras una sordera total.
Podríamos aún mencionar otras apariciones de gran renombre, como la profecía de San Pío de Pietrelcina, las del Padre Gobbi, las de Heede y otras que inciden sobre esta misma cuestión, pero preferimos no alargar demasiado este escrito con redundancias innecesarias.
Una vez expuesto todo lo anterior, creo que no es aventurado afirmar la proximidad del fin de los tiempos.
Es más, si hacemos una extrapolación entre Garabandal y Fátima, podríamos incluso aventurarnos a precisar una fecha. La Virgen se apareció a los Pastorcillos en el año 1917, y el mensaje principal de Fátima sobre el fin del comunismo en la oficialmente atea Unión Soviética ("Rusia se convertirá y habrá paz") se cumplió finalmente en 1989, el año de la caída del muro de Berlín. Pasaron, por consiguiente, 72 años. El número 72 tiene un significado simbólico: un período de espera previo a una nueva fase completamente diferente de la precedente.
Por consiguiente, extrapolando estas cifras a Garabandal, tendríamos que la Santísima Virgen se apareció a los tres niños en 1961, más 72 años nos da la cifra de 2033. Si consideramos la fecha de la segunda aparición, 1965, la fecha del fin de los tiempos sería 2037.
LOS AVISOS DE DIOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Podemos preguntarnos el porqué de este proceder. ¿Por qué Dios nos avisa de Sus intenciones con varias décadas de anticipación, y siguiendo el esquema prefijado en el Apocalipsis?
Una posible respuesta estaría en la singularidad de esta época. Estamos en los tiempos finales, es decir, una gran parte de la humanidad -dos tercios según las apariciones- verá truncada su existencia de forma fulminante. Si tenemos en cuenta que esta vida terrenal no es más que el período de prueba en el que debemos decantarnos por uno de los dos destinos eternos que nos aguardan -cielo o infierno- es lógico que Dios nos conceda unas gracias especiales para afrontar este fin. A lo largo de una vida normal de setenta u ochenta años, se reciben una sucesión más o menos grande de gracias. Si esta existencia se viese truncada de forma imprevista por algún cataclismo masivo, de alguna forma habría que concentrar estas gracias en un período de tiempo menor, haciéndolas más intensas. Es por esto que el fin de los tiempos se sucederá en una secuencia predeterminada, de forma que a la luz de los hechos, aquellas almas que deseen seguir la Verdad encuentren el camino de la Vida y se arrepientan del pecado.
Un ejemplo de todo esto nos lo presenta Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, en uno de sus sermones. Es el tiempo previo a la destrucción de Jerusalem por los romanos, incluido el Templo. Antes de estos terribles acontecimientos, el Cielo envió Sus avisos:
"El historiador Flavio Josefo nos dice que antes de la destrucción de la villa de Jerusalem, apareció durante largo tiempo un cometa en forma de hoz que provocó la consternación en las gentes. Cada uno se decía: ¿pero qué significa este signo? es posible que se trate de una gran desgracia que Dios nos va a enviar.
La Luna permaneció ocho días sin dar su luz; las gentes ya parecían no poder vivir.
De repente, apareció un hombre desconocido, que durante tres años no hacía otra cosa que gritar por las calles de Jerusalem, día y noche, ¡Pobre Jerusalem! ¡Pobre Jerusalem! Fue arrestado y se le azotó para obligarlo a dejar de gritar: nada lo detuvo.
Al cabo de tres años, aún gritaba: ¡Ah, pobre Jerusalem!, ¡ah, pobre de mí! Una piedra lanzada por una catapulta le cayó encima y lo mató en ese instante.
Entonces, todos los males con que este desconocido había amenazado a Jerusalem cayeron sobre ella. El hambre fue tan grande que las madres tuvieron que llegar incluso a matar a sus hijos para alimentarse con ellos. Los habitantes, sin saber por qué, se mataban los unos a los otros; la villa fue tomada por el enemigo y quedó aniquilada; las calles y las plazas estaban completamente cubiertas de cadáveres; la sangre fluía como en los ríos. Los pocos que salvaron su vida fueron vendidos como esclavos.
Pero el día del Juicio será el día más terrible y el más espantoso que haya jamás habido, será precedido de signos espantosos que provocarán terror hasta en el fondo de los abismos.
Nuestro Señor nos dice que en ese momento tan desgraciado para el pecador, el sol no dará su luz, la luna será semejante a una masa de sangre, y que las estrellas caerán del cielo. El aire estará tan lleno de relámpagos que será todo fuego, y se oirán los tornados, cuyo fragor será tan grande que los hombres se quedarán secos de terror allí donde estén. Los vientos serán tan impetuosos que nada podrá resistirlos. Los árboles y las casas descenderán al caos del mar; el mismo mar estará tan agitado por las tempestades que sus olas se elevarán incluso por encima de las más altas montañas, y descenderán tan abajo que se verán los horrores del infierno; todas las criaturas, incluso inanimadas, desearán querer aniquilarse para evitar la presencia de su Creador, viendo con cuantos crímenes los hombres han anegado y desfigurado la tierra. Las aguas de los mares hervirán como aceite en los braseros, los árboles y las plantas vomitarán torrentes de sangre; los terremotos serán tan grandes que se verá la tierra abrirse por todas partes..." (El santo cura de Ars, Sermones.)
Dios es justo, y Su juicio es verdadero. Pero al mismo tiempo es misericordioso, y por ello concede muchas gracias a los pecadores para que se arrepientan de sus pecados y puedan así salvarse. Una forma de lograr esta conversión es presentando a los ateos algunas evidencias contundendes de la proximidad del Juicio. Por ello, antes de que caiga sobre este planeta el gran castigo anunciado, habrá un aviso espectacular en los cielos que será presenciado por toda la humanidad.
EL AVISO
En Garabandal se suceden tres fases consecutivas: el aviso, el milagro y el castigo. Como ya apuntábamos más arriba, si se trata realmente del fin de los tiempos, es lógico que la gente reciba antes de su muerte todas las gracias necesarias para salvarse. Es decir, toda la luz sobrenatural que normalmente se recibiría durante una vida natural, se recibirá en menos tiempo pero mucho más intensamente. Ésta parece al menos la estrategia diseñada por Dios, pues en Garabandal se dice explícitamente que "Dios espera, que con este acto de Su Misericordia enmendemos nuestros caminos y volvamos hacia El nuestras vidas". No me parece fácil que tres niños montañeses de escasa o nula formación pudiesen inventarse una historia apocalíptica con estas sutilezas teológicas; una prueba más de la veracidad de esta aparición mariana. Los hombres y mujeres que finalmente se condenen en el fin de los tiempos, habrán recibido tantas gracias y luces particulares como habrían tenido en una vida natural. Por consiguiente, no podrán argumentar que su condenación se debió a que el fin de los tiempos los pilló por sorpresa y carecieron de luces suficientes para encontrar a Dios.
En este tema del aviso encontramos un nuevo paralelismo con Fátima. En el segundo secreto de Fátima, sor Lúcia nos reveló que estallaría la Segunda Guerra Mundial y que ésta vendría precedida tambien por un aviso: «Cuando viereis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que ésa es la gran señal que os da Dios de que va a castigar al Mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre.»
En la noche del 25 de enero de 1938, la Hermana Lucía vio el siniestro resplandor rojo, que Nuestra Señora le había avisado que sería la gran señal de que Dios iría a "castigar al Mundo (…) por medio de la guerra" Al día siguiente, el extraño fenómeno de la "noche iluminada" al parecer por una gigantesca aurora boreal fue publicado en diversos periódicos en Europa y Norteamérica. Algunas semanas después, en marzo de 1938, Hitler invadió Austria y la anexionó a Alemania - una acción que dio inicio a la escalada de acontecimientos que en 1939 hicieron estallar la 2ª Guerra Mundial.
Es realmente sorprendente este tipo de coincidencias, pero si investigamos un poco percibimos que son más habituales de lo que se podría pensar. Es como si Dios desease que los grandes acontecimientos fuesen anunciados en las estrellas. El ejemplo más conocido es el de la estrella que condujo a los Magos hasta el Mesías recién nacido en Belén.
Otro caso singular ocurrió en el año 1066 con el desgraciado rey Harold II. Éste fue el último rey sajón de Inglaterra. Su corto reinado duró menos de 10 meses. Pocos días después de su coronación el cometa Halley fue visible sobre toda Inglaterra, lo que se consideró un aviso de grandes desastres. Y, efectivamente, Harold vio como su reino era invadido por los normandos, y su dinastía y él mismo fueron aniquilados para siempre en el campo de batalla.
En el siglo XX, además del aviso de la Segunda Guerra Mundial descrito más arriba, ocurrió otro fenómeno similar en Rusia. El 30 de junio de 1908 un gran asteroide sobrevoló los cielos de Siberia y explotó antes de tocar el suelo en la región norteña de Tunguska. Este meteoro debía tener unas dimensiones considerables pues arrasó dos mil quilómetros cuadrados de taiga y los efectos de la explosión se percibieron a cientos de quilómetros de distancia. Sin embargo su composición no era sólida, y el calentamiento provocado por su entrada en la atmósfera hizo que se desintegrase en el cielo. Afortunadamente esta región siberiana estaba prácticamente despoblada, y, que se sepa, no hubo víctimas mortales; pero los efectos en el paisaje fueron considerables: árboles arrancados de cuajo, una gran zona deforestada, y un estallido tan intenso que se oyó a mil quinientos quilómetros a la redonda. La explosión levantó una gran nube de polvo que se extendió por toda Europa en forma de halos brillantes que cubrieron los cielos de Eurasia durante varios días. Existe constancia de que estas nubes de polvo difuso reflejaban tanta luz solar desde la alta atmósfera que durante dos días en Londres fue posible leer el periódico por la noche.
Hoy, cien años después, no podemos dejar de pensar que éste fue un nuevo aviso del Cielo sobre el inmenso mar de calamidades que se abatirían sobre Rusia en los años siguientes. Cinco años después, este país entraba en la Primera Guerra Mundial, de la que saldría cuatro años más tarde dejando atrás a casi dos millones de muertos y un país devastado. Y ésto únicamente para entrar de inmediato en la sangrienta guerra civil entre bolcheviques y mencheviques que dejó un saldo de nueve millones de muertos. Entonces dio comienzo una dictadura comunista atea brutal que se alargaría durante setenta y dos años. Como todas las dictaduras, ésta también se apoyó en una represión salvaje cuyo balance final entre muertos y deportados a Siberia se calcula en unos sesenta millones de personas. Por si esto fuese poco, veinte años después el país era invadido por los nazis y era aniquilado otro 10% de la población: veintitrés millones de personas.
Si la gran explosión del meteoro de Tunguska fue un hecho casual o un aviso del Cielo es algo que se puede discutir, pero no hay duda de que el siglo XX fue el más sangriento de toda la historia rusa.
Tenemos incluso un caso casi idéntico en la actualidad: el día 19 de diciembre del 2004, una semana antes del gran maremoto de Indonesia del 26 de diciembre del mismo año, un asteroide explotó sobre Yakarta, la capital del país. El estruendo fue tan intenso que se oyó sobre toda la capital indonesia e incluso en algunas poblaciones situadas a 80 kilómetros de distancia. Siete días después, tenía lugar el dantesco tsunami que arrasó el norte del país y las costas del océano Índico; sus efectos se dejaron sentir incluso en África, a 5000 kilómetros de distancia. El balance de este desastre fue un total de 300.000 muertos.
La Biblia también sigue un esquema similar. Cuando vuelva Jesús a la Tierra "aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; (San Mateo 24, 30).
Además de Garabandal, otras apariciones hablan también del aviso. En Prado Nuevo de El Escorial se dice que "muchos pensarán que se trata de un simple fenómeno astronómico". En Garabandal se explicita un poco más: "EL AVISO Se verá en el cielo desde todo el mundo, e inmediatamente será transmitido al interior de nuestras almas. Será un fenómeno astronómico semejante a un choque de estrellas, con mucho desprendimiento de luz, y ruido ensordecedor, pero no se nos caerá encima. Será como el fuego, pero no quemará la carne, aunque se sentirá física e interiormente. Durará muy poco tiempo, pero sus efectos en el mundo serán grandes. No hay que temer la muerte, sino es por miedo, y en algún caso especial por la Misericordia de Dios. Cada uno verá en muy poco tiempo, como es su alma a la luz de la verdad de Dios, conocerá que El existe, y que ha estado presente en cada una de sus faltas. Será como un juicio en miniatura."
Vassula reincide en la misma cuestión: "Haz saber que dentro de poco mandaré a todos una señal de lo Alto. Sabréis que viene de Mí. Yo brillaré sobre vosotros." (13.10.1987)En El Escorial la Santísima Virgen también se menciona este acontecimiento excepcional:
MENSAJE DEL DÍA 30 DE JULIO DE 1983
El mundo se acaba, pero quiero que los hombres cambien, quiero que ordenéis vuestras vidas, hijos míos; se os dará un aviso y os veréis reflejada vuestra alma como en un espejo de lo que habéis sido durante toda vuestra existencia, hijos míos, toda vuestra existencia. Ese es el misterio de Dios que el hombre nunca ha llegado a descubrir, hijos míos; muchos en ese momento se horrorizarán y no querrán creer ni en la palabra de Dios. Por eso os pido, hijos míos, que pidáis luz al Espíritu Santo para que, cuando llegue ese momento, estéis iluminados para poder comprender los designios de Dios como son misteriosos y ocultos.
EL MILAGRO
En la misma línea de hacer que las almas reciban las luces suficientes para salvarse antes de que llegue el fin, Dios aún ofrecerá otro enorme acto de Misericordia a la humanidad y concederá a los hombres un gran milagro, tal como anuncia el mensaje de Garabandal: "Será un Milagro muy grande, mayor que el de Fátima, tan grande y espectacular como el mundo necesita."
Al parecer, ser trataría de una especie de visión beatífica. Los testigos presenciales que se encuentren en Garabandal durante el milagro tendrán la oportunidad de ver en todo su esplendor la felicidad indescriptible de los Cielos Eternos. Los videntes afirman que de no ser por una gracia especial, aquéllos que lo viesen morirían de felicidad. De esta forma encontramos un nuevo paralelismo con Fátima. En Portugal, unas cien mil personas presenciaron el milagro del sol que fue anunciado por la Virgen en los meses precedentes. En Garabandal posiblemente se abrirán los Cielos delante de una multitud similar para que quede un testimonio fiable de la inmensa misericordia divina.
Prácticamente será como si Dios se dejase ver. Sin embargo, no debemos equivocarnos con respecto a los resultados finales. En las diversas apariciones se afirma que sólo unos "pocos" se convertirán. A pesar de que el milagro será grandioso y de que no habrá dudas con respecto a su autenticidad, me temo que muchos preferirán mirar hacia otro lado y negar la verdad aferrándose a cualquier otra explicación vacua -fenómenos astronómicos o meteorológicos, ovnis, extraterrestres, alucinaciones colectivas, etc- a fin de no tener que abandonar sus más queridos vicios. Y es que aceptar la Verdad supone el abandono del pecado, la maldad y el vicio, un precio que no todos están dispuestos a pagar.
Se dice que el Milagro coincidirá con un acontecimiento de la Iglesia poco usual, que no ha tenido lugar durante la vida de Conchita (una de las videntes de Garabandal). Y será durante la festividad de un Santo Mártir de la Eucaristía. Esto podría darnos una pista sobre la fecha. En el año 2030 se cumple el segundo milenio de la muerte de Jesucristo, que fue crucificado en el año 30. Aunque no hay que descartar la posibilidad de que se trate de otra festividad.
LA HUMANIDAD SUMERGIDA EN EL PECADO: EL GRAN BANQUETE
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre.
Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían;
pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
(San Lucas 17, 26-30)
En este pasaje del Evangelio tenemos dos de las claves que precederán al fin de los tiempos: existirá una gran prosperidad económica y la mayor parte de la humanidad vivirá completamente ajena a lo que se le viene encima.
Resulta especialmente llamativa la comparación que se hace en el penúltimo versículo entre Sodoma y Gomorra con el fin de los tiempos. Tanto en estas dos ciudades como en los días de Noé, la humanidad se hallaba en una situación de corrupción moral extrema y hacía oídos sordos a toda advertencia que llegaba de Dios por boca de sus profetas. El castigo de fuego y azufre que calcinó Sodoma y Gomorra es continuamente repetido en todas las apariciones como el mismo que arrasará este planeta corrupto cuando se cumplan los plazos apocalípticos.
El mundo actual parece cumplir a la perfección las dos condiciones mencionadas por San Lucas. Estamos en una etapa de prosperidad económica sin precedentes históricos. Y sin duda la gente come y bebe más que nunca, de hecho, existe actualmente una plaga que era desconocida hace sólo medio siglo: la obesidad generalizada. El sobrepeso es una de las características distintivas de la fisonomía de la humanidad actual, de hecho en los países más ricos la mayor parte de la población supera ampliamente el peso que sería recomendable. Es más, se calcula que por primera vez en la historia del mundo existen ya más personas obesas que hambrientas. Es loable que por fin se acabe la plaga del hambre, pero este dato no hace más que confirmarnos las palabras de San Lucas.
La segunda gran preocupación de la sociedad actual es también mencionada por San Lucas, al decir que "tomaban mujer o marido". No voy a explayarme demasiado sobre esta cuestión que es más que evidente. Simplemente diré para la gente más joven que el libertinaje imperante actualmente en la sociedad no es lo natural en la humanidad. La juventud no ha conocido otra cosa, y piensa que la corrupción sexual es lo normal, pues es lo que ve todos los días en su entorno, y lo que transmiten continuamente los medios de comunicación; pero esto es una percepción distorsionada de la sexualidad humana.
Antes de la llamada "revolución sexual" de la década de 1960 el panorama era drásticamente distinto. La indisolubilidad del matrimonio era una norma aceptada en la mayor parte del mundo, existía un escrupuloso respeto hacia la intimidad sexual y la gente diferenciaba sin mayores problemas lo natural de lo contra-naturam.
A partir de la mencionada "revolución", se produjo una involución tan repentina como inaudita: la promiscuidad sexual se generalizó y trajo como secuela los divorcios masivos; el recato y el respeto por la intimidad se esfumó y apareció la pornografía masiva y omnipresente; y se trastocó la percepción de lo natural por otra noción que sólo reconocía el propio interés -bien está lo que a uno mismo le interesa- dando como resultado la masificación de las depravaciones sexuales, la homosexualidad y el aborto.
Éste es el modelo social actual: el imperio de los instintos sobre la Verdad. Es el modelo antediluviano, y el modelo de los sodomitas. Y este modelo es precisamente el mismo que San Lucas predice para los tiempos del fin.
LA GRAN APOSTASÍA
Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» (San Lucas 18, 8)
Uno de las signos más importantes que anuncian el fin de los tiempos es la Gran Apostasía.
Jesus se pregunta si cuando vuelva encontrará fe en la tierra. Y esta época se caracteriza precisamente por el ateísmo extremo. Es más, podemos afirmar que no ha habido otra época histórica tan apóstata como la actual.
San Pablo vuelve sobre el mismo tema:
Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. (2 Tesalonicenses 2, 3-4)
Creo que no me equivoco si afirmo que, a nivel global, nunca antes existió una época tan atea, irreligiosa e indiferente como los tiempos presentes. Por poner algunos ejemplos, en la Unión Europea el porcentaje de asistencia a misa dominical se ha invertido en los últimos 50 años. Se ha pasado de un 90% de asistencia a misa los domingos, al 10% actual. Este es un dato tan contundente como revelador de la apostasia generalizada.
En los países ex-comunistas de Europa oriental, Rusia y China , la situación es similar. Es más, esta situación se está extendiendo a ciertos países considerados como baluartes del catolicismo. Tenemos el caso de Polonia, considerada durante décadas como el bastión cristiano en medio del mar comunista ateo del Este europeo. Pero eso era antes. Los datos actuales son apabullantes. La Iglesia polaca perdió 400.000 fieles, una cantidad nada despreciable en un país de 40 millones de habitantes. Y es más que previsible que esta tendencia se mantenga hasta alcanzar los niveles del resto de Europa, donde la asistencia a la misa dominical está alrededor del 10%. Cuando esto pasa en una sociedad tradicionalmente tan religiosa como la polaca, no podemos negar que la gran apostasía anunciada por San Pablo ya está aquí.
Y la situación del resto del planeta es similar cuando no peor. De hecho, el actual integrismo islamista con tintes violentos no es otra cosa, en mi opinión, que una reacción desesperada ante la más que evidente ola de laicismo generalizado que se extiende incluso por los países con ancestral raigambre islámica.
No hay que engañarse, la situación actual de la Iglesia, y de la religión en general, es muy diferente a la que había hace sólo cincuenta años atrás. El sentido religioso de la humanidad está en pleno derrumbe y este debilitamiento generalizado de la espiritualidad supone una incuestionable pérdida de influencia de la Iglesia en la sociedad. Esta situación de debilidad extrema no tardará en dar sus frutos, el más evidente de los cuales será:
EL FIN DEL SACRIFICIO PERPETUO DE LA EUCARISTÍA
La Biblia nos confirma que llegará un momento en que el sacrificio de la Eucaristía será prohibido (Daniel 8, 11). Esto que hace sólo unos pocos años era algo impensable, se está perfilando actualmente como una posibilidad más que realista. No es dificil encontrar declaraciones de algunos políticos en las que se pretende prohibir ciertos aspectos de las religiones argumentando que son machistas, homófobos, intolerantes, arcaicos, etc. Cada vez se hará más dificil predicar el Evangelio tal como está escrito, y tal como están las cosas, no dudo que llegará a prohibirse la predicación de algunos pasajes bíblicos que hoy se consideran incompatibles con la moralina dominante. Ya actualmente resulta difícil mantenerse en la sociedad como cristiano practicante. El hecho de ser una persona religiosamente activa parece que va camino de convertirse en una forma de patología mental cuyos frutos para muchos sólo son el fanatismo, la intolerancia y, actualmente, el terrorismo de tintes religiosos.
Una de las consecuencias evidentes de esta perspectiva es el hundimiento de las vocaciones sacerdotales. Una sociedad tan apóstata y antirreligiosa es un caldo de cultivo muy pobre para las vocaciones. Si a esto añadimos que en la actualidad optar por el trabajo de cura supone poco menos que convertirse en un marginado social, no debe sorprendernos que los seminarios estén desoladoramente desiertos.
Cuando finalmente tenga lugar la prohibición de la práctica religiosa, se consumarán las profecías bíblicas y las personas religiosas habrán de volver a refugiarse en las catacumbas, de las que, probablemente, ya no volverán a salir hasta la segunda venida del Mesías.
EL GOBIERNO DEL ANTICRISTO
Aunque todo lo anterior pueda parecer extremadamente pesimista, no debemos olvidar que todo ello fue profetizado hace dos milenios. El Apocalipsis nos cita una sucesión ininterrumpida de calamidades que deben sucederse necesariamente antes del fin de los tiempos.
Entre todas ellas, sin duda la peor será la aparición del Anticristo.
Será durante este tiempo cuando nacerá el Anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen que tendrá comunicación con la vieja serpiente, el maestro de la impureza; su padre será obispo. Al nacer, vomitará blasfemias, tendrá dientes; en una palabra, será el diablo encarnado; proferirá gritos espantosos, hará prodigios, no se alimentará mas que de impurezas. Tendrá hermanos que, aunque sin ser demonios encarnados como él, serán hijos del mal; a los doce años se harán destacar por sus brillantes victorias que les serán reportadas; pronto, serán llevados a la cabeza de los ejércitos, asistidos por legiones del infierno. (La Santísima Virgen María en la Saleta 1846)
Parece existir una especie de paralelismo inverso entre esta figura y la de Jesucristo. Ambos pasarán la mayor parte de sus vidas ocultos, Uno haciendo el bien, y el otro operando el mal. Sólo serán visibles al mundo durante un breve período de tiempo, que la Biblia cifra para el anticristo en tres años y medio. La función del Mesías fue traer la salvación a la humanidad; la del hijo de la perdición será exactamente la contraria. Jesucristo vivió entre los humildes y evitó a toda costa ocupar un puesto entre los poderosos; justamente lo inverso hará el Anticristo, del que la Biblia afirma que ocupará el lugar de Dios e incluso se hará pasar por Dios. Este personaje será de la estirpe humana, pero tendrá ciertos poderes que utilizará para hacer el mal. El Apocalipsis menciona que tendrá incluso la posibilidad de hacer bajar fuego del cielo para exterminar a sus enemigos.
Durante tres años y medio este elemento se hará pasar por el Mesías y tendrá poder para dominar a una gran parte de la humanidad. Todo gobierno civil y religioso será abolido. Será un retorno a la ley de la selva, a la violencia primitiva sin mitigación alguna de las leyes, los gobiernos y la justicia. A mi entender, el proceso básicamente consistiría en aparecer como el Mesías que aún esperan los judíos. Con la ayuda de diversos medios del mundo satánico, hechizos y artimañas demoníacas conseguirá embaucar a una gran parte de la población judia, e incluso mundial, que ha perdido la fe con la apostasía generalizada, apareciendo como el salvador del género humano. Sin duda reconstruirá el templo de Jerusalem, donde hará instalar toda clase de abominaciones. Es lo que la Escritura llama la Abominación de la Desolación, probablemente una imagen de la Bestia apocalíptica. Si hacemos caso de las predicciones, debemos aceptar que una gran parte de la población mundial acabará sucumbiendo a sus embustes e incluso se dejarán marcar con algún signo especial para atestiguar su pertenencia a la nueva religión. Todos aquellos que intenten mantenerse firmes en la fe sufrirán persecución y muchos serán aniquilados.
Según profecías como las de El Escorial, conseguirá arrastrar al infierno a dos tercios de la humanidad. Este será el período más negro para la Iglesia, las persecuciones serán masivas y mantener la fe será toda una hazaña. El dominio del Anticristo sobre la humanidad será tal que incluso se permitirá marcar a los hombres de su rebaño con una marca propia, como si fuesen simples reses.
Henoc y Elías volverán a la Tierra durante algún tiempo para advertir a la humanidad, a la que castigarán con toda suerte de plagas debido a su apostasía generalizada. Estos dos profetas serán asesinados y sus cadáveres expuestos en una plaza pública. Pero al cabo de unos días, volverán a ascender al Cielo ante el asombro general.
LA LUNA CUBIERTA DE SANGRE
Las estaciones serán cambiadas, la tierra no producirá mas que malos frutos, los astros perderán sus movimientos regulares, la luna no reflejará mas que una débil luz roja; el agua y el fuego darán al globo terráqueo movimientos convulsivos y horribles terremotos que harán engullir montañas, valles... (La Santísima Virgen en la Saleta).
Es realmente impresionante comprobar que en el año 2007 se confirma el cumplimiento de una de estas profecías dadas por Nuestra Señora a Melania hace 160 años: el cambio de las estaciones. En este año, por primera vez en la historia, ha quedado despejado de hielos y abierto al tráfico marítimo el paso del noroeste canadiense. La climatología del planeta ha cambiado tanto que ha derretido ya la mitad del Polo Norte y ha hecho navegables los estrechos árticos del norte de América.
Pero no será esta la única profecía que se cumpla. Cuando la apostasía humana alcance todo su apogeo y ya sea inminente el retorno del Hijo del Hombre, aparecerán signos diversos en el cielo. El más destacado, mencionado en la Biblia y en las apariciones, será el cambio de color de nuestro satélite. La luna empezará a emitir una cierta tonalidad rojiza (Joel 3, 4-5; Hechos 2, 20-21; Apocalipsis 6, 12).
La razón última de este cambio es advertir a la humanidad de la inminencia del fin -una nueva gracia otorgda por el Cielo para la conversión de los pecadores-; pero me temo que nuevamente muchos lo achacarán a un fenómeno natural que ya está en marcha: el calentamiento global. La emisión masiva de gases de efecto invernadero seguirá con toda probabilidad hasta el fin de los días. Es más, todo indica que este fenómeno irá in crescendo geométricamente, aumentando rápidamente las temperaturas de todo el planeta. El deshielo de Siberia, Groenlandia y Canadá liberará ingentes cantidades de metano ahora aprisionado en las ciénagas heladas, acelerando aún más el cambio climático y provocando más calor, menos lluvias, más sequedad y más incendios.
Aunque muchos se nieguen a creerlo, este fenómeno es un hecho. El cambio climático ha provocado ya un aumento apreciable en la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, por ejemplo los huracanes son cada vez más numerosos y más destructivos sus efectos. Las sequías están cada vez más extendidas, tanto geográficamente como en su duración. Todo esto, a su vez, acarreará toda clase de problemas ambientales, afectando a los hombres con innumerables calamidades: hambre, plagas, enfermedades, etc.
El apocalipsis 16 nos habla de que "El cuarto [ángel] derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego, y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador". Este pasaje nos da otra pista nada desdeñable: el fin de los días vendrá precedido por ardientes olas de calor, quizás otra luz más otorgada por el Cielo para que la humanidad reflexione sobre las abrasadoras y ya muy próximas llamas infernales.
Las grandes cantidades de metano liberadas en la atmósfera y la falta de lluvias, junto con la polución y el hollín de los incendios masivos dejarán sentir sus efectos en el firmamento en forma de velo mugriento. Será algo similar a lo que ocurre en algunas macrociudades actuales donde las humeantes fábricas y millones de automóviles quemando combustible consiguen que el color del cielo pase del azul natural al marrón claro. Entonces las estrellas dejarán de verse, ocultas tras la espesa cortina de mugre, y sólo la Luna conseguirá traspasar el manto de polución presentándonos un matiz rojizo, quizás una metáfora del enorme vertido de sangre que se avecina.
Éste, probablemente, será el último aviso otorgado a los pecadores para que se arrepientan antes de que llegue el fin.
LA GRAN TRIBULACIÓN
La gran tribulación es el último eslabón de esta cadena de desastres ininterrumpidos. Tanto las apariciones como la Biblia mencionan literalmente que "una estrella cayó del cielo" (Apocalipsis 8, 10). Y añade que: "Y un gran pedrisco, con piedras de casi un talento de peso, cayó del cielo sobre los hombres." (Apocalipsis 16, 21). La Biblia nos menciona también "un violento terremoto, como no lo hubo desde que existen hombres sobre la tierra, un terremoto tan violento" (Apocalipsis 16, 18). Estos tres fenómenos están emparentados. La entrada de un gran meteoro en la atmósfera provoca un recalentamiento de su superficie y el desprendimiento de su corteza más superficial en forma de lluvia de meteoritos. Y es evidente que el impacto de un gran meteoro sobre la Tierra provocará un temblor de tierra colosal que se dejará sentir en todo el planeta.
Aunque resulte muy aventurado afirmar que se trate de esta "estrella", no por ello deja de ser una posibilidad realista. Actualmente existe un meteoro que tiene su rumbo enfilado hacia nosotros. Su nombre es 2004 MN4 99942 Apofis en la nomenclatura científica. Se trata de un cuerpo celeste de unos trescientos metros que pasará muy cerca de la Tierra en el año 2029. Prácticamente nos rozará, pues pasará a unos 40.000 quilómetros. Se calcula que al pasar tan próximo al planeta, desviará su órbita y podría impactar contra la Tierra el día 13 de abril del año 2036, el día de ¡PASCUA DE RESURRECCIÓN! ¡Una curiosa coincidencia de fechas!
Existe otra curiosa coincidencia. Como ya señalábamos más arriba, los hechos importantes para la humanidad suelen venir precedidos por avisos en las estrellas. Y, precisamente, el paso de este astro por las inmediaciones de nuestro planeta hará que sea posible observarlo a simple vista en toda la Tierra durante varios años consecutivos. Posiblemente, este será el anuncio de un nuevo desastre: el comienzo del gobierno del Anticristo. Es posible, no obstante, que no sea así; pero parece probable que lo sea por la extraña coincidencia de fechas: la Biblia explicita que el reinado del Anticristo se prolongará durante 42 meses, y ese tiempo es precisamente el que tardará este asteroide en retornar a la Tierra, esta vez para impactar contra ella.
El impacto será tan brutal que provocará la destrucción total de un continente y una debacle de proporciones planetarias. Literalmente arrancará las montañas de su sitio y las hará saltar en pedazos, y en caso de caer en el mar, hará que las islas vuelen en pedazos y desaparezcan en el fondo del océano. Incluso el propio planeta puede verse afectado cambiando su órbita o la inclinación de su eje de rotación. Para hacer un pequeño esquema de lo que esto supondría, baste decir que la destrucción sería total en cinco mil quilómetros a la redonda del punto de impacto. La potencia de la explosión -el equivalente a una detonación de 1000 millones de toneladas de TNT- provocaría una enorme cantidad de energía calorífica que se extendería por el planeta en forma de nubes ardientes de unos 600 grados de temperatura. La superficie del planeta quedaría devastada por el humo y los vientos abrasadores. Sería, literalmente, "fuego bajado del cielo", tal como predicen todas las apariciones.
El impacto del meteoro contra la Tierra provocaría además una gigantesca polvareda similar a la de un invierno nuclear que convertiría de inmediato el día en noche. Los cielos del planeta se cubrirían de una densa cortina de humo, polvo y gases nocivos procedentes de la tremenda explosión y los incendios subsiguientes. El sol dejaría de lucir y entonces darían comienzo:
LOS TRES DÍAS DE OSCURIDAD
El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la Bestia; y quedó su reino en tinieblas y los hombres se mordían la lengua de dolor. (Apocalipsis 16, 10)
Está a punto de ser roto el sexto sello y todos vosotros seréis precipitados en la oscuridad donde no habrá luz alguna pues el humo salido del Abismo será como el de una enorme hoguera que ocultará el sol y el cielo. Y a causa de Mi Copa de Justicia voy a haceros semejantes a serpientes y víboras. En esos días de oscuridad os haré arrastrar sobre el vientre y comer el polvo. Os aplastaré contra el suelo para recordaros que no sois mejores que las víboras... Vais a sofocaros y ahogaros en vuestros pecados. Voy a pisotearos y hollaros en Mi furor. ¿Veis? Mis cuatro Ángeles están ahora ansiosos alrededor de Mi Trono, esperando Mis órdenes. Cuando oigáis señales de truenos y veáis destellos de relámpagos, sabed que ha llegado la Hora de Mi Justicia. La tierra se estremecerá y como estrella fugaz se moverá de su sitio arrancando de sus lugares montañas e islas. Naciones enteras serán aniquiladas y el cielo desaparecerá como un pergamino que se enrolla, del mismo modo que tú viste en la visión, hija. (Mensajes de Vassula 18.02.1993)
Nuevamente nos encontramos con el número 72. Según la profecía de San Pío de Pietrelcina, justo antes de la parusía, tendría lugar la purificación final de la humanidad.
Las nubes ardientes cubrirían la Tierra arrasando toda la podredumbre pecaminosa. Serían 72 horas de oscuridad total, en la que el infierno en pleno quedaría vaciado de sus demonios. Una espantosa cacería humana tendría lugar sobre la faz de la Tierra. Las apariciones nos indican que dos de cada tres humanos bajarían al infierno durante estos tres días de tinieblas. Los demonios trabajarían sin descanso para arrastrar al abismo a todos aquellos marcados con el símbolo de la Bestia (el pecado mortal).
El otro tercio de la humanidad debe permanecer encerrada en sus casas, orando, y evitando mirar al exterior.
Es evidente el paralelismo entre estos hechos con los de Sodoma y Gomorra. El mundo actual se asemeja a un enorme burdel corrompido hasta la médula por toda clase de corrupciones y vicios, entre los que destacan especialmente -como en Sodoma y Gomorra- los pecados sexuales, tan generalizados que ya ni se tienen en cuenta. De hecho, me temo que incluso es posible que superen ampliamente a los de esas dos ciudades bíblicas, pues en Sodoma y Gomorra, había una noción de pecado. Los sodomitas sabían que pecaban, aunque no les importaba hacerlo. En la Sodoma que es el mundo actual, la virtud es el pecado, y el pecado es la normalidad. El ejemplo más evidente de todo esto es el de las bodas homosexuales. Esta sociedad corrupta ha institucionalizado como buenas y deseables las uniones contra natura, y mete en la cárcel a los clérigos que se atreven a predicar que la homosexualidad es un cáncer social... sobran los comentarios.
Lo mismo que a Lot y su familia, a los que se prohibió volver la vista hacia la Sodoma calcinada por el fuego celestial, durante los tres días de tinieblas los hombres que se encuentren en estado de gracia deben permanecer en el interior de sus casas y no deberán mirar al exterior. Probablemente el horror que tendrá lugar en el mundo durante estas 72 horas de tinieblas supere a la capacidad humana.
En Prado Nuevo de El Escorial tenemos un relato sobre el trágico final de los pecadores que no se arrepienten de sus pecados:
25 DE JUNIO DE 1983
(Amparo explica): Veo como un campo sin vegetación ni vida. (Continúa Amparo llorando desconsoladamente, y con su voz natural entrecortada por sollozos se le oye decir: ¿Dónde los llevas a todos? ¿Dónde los llevas? ¡Ay! ¡ay¡ ¡ay!)
(Amparo continúa explicando esta visión): Veo como la entrada de un túnel muy oscuro y muchas personas a la entrada. Veo a personas muy feas, con ojos de odio, que salen de dentro del túnel y se llevan arrastrando a los que están fuera. Estos no pueden escapar porque una barrera de luz muy fuerte se lo impide.
LA SANTÍSIMA VIRGEN: Parte de estas naciones, hija mía, serán de una parte de Europa. Naciones enteras, hija mía, serán engullidas, no quedará de ellas ni la sombra. Por eso os pido, hijos míos, sacrificios, sacrificios y oración por estas pobres naciones, para que se salven muchas almas, hijos míos. Parte de Roma, hija mía, quedará destruida.
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Una vez finalizados los tres días de tinieblas, el sol volverá a brillar, y es entonces cuando, una vez eliminada la cizaña de la Tierra, volverá el Mesías a recoger el grano.
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»
Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»
Hechos de los Apóstoles 1, 6-11