sábado, 2 de abril de 2011

TERCER JUEVES DE CUARESMA

Te pedimos humildemente, Señor, que, a medida que se acerca la fiesta de nuestra salvación, vaya creciendo en intensidad nuestra entrega para celebrar dignamente el misterio pascual. Amén.

Meditación

1.- Todo se mueve mas deprisa hacia el final. Los nervios aumentan a medida que se acerca el momento de la boda. La Iglesia, esposa de Cristo, espera anhelante el encuentro con su esposo resucitado y triunfante. Y se prepara, a lo largo de la Cuaresma, con mayor intensidad, según pasan los días. Son estos pues, días de espera nerviosa. Son días de espera anhelante, pues se acerca nuestra Redención. ¿Cómo vivir estos días cuaresmales de modo que la alegría contenida no menoscabe la esperanza anhelante? Pedimos al Señor que "a medida que se acerca la Pascua, crezca en intensidad nuestra entrega".

2.- Es verdad que cada día cuaresmal ha de ser vivido mas intensamente que el día anterior. Cada día cuaresmal ha de ser verdaderamente distinto del anterior. Y esa diferencia consiste en "la entrega" personal a Cristo. Esa entrega debe crecer, debe ser, cada día, mayor si cabe. Eso exige una actitud de lucha ascética constante, pues ningún día cuaresmal puede ser igual que el anterior. Se precisa vivir estos días con un espíritu profundo de superación interior.

Pregúntate: si te esfuerzas por superar tu entrega a Cristo cada día que pasa. En qué vas a intentar superar tu entrega en el día de hoy.


Súplica

Señor Jesucristo, la celebración de tu próxima Pascua, llena mi espíritu de gozosa esperanza. Tu triunfo sobre el pecado y sobre la muerte, inunda mi alma de alegría desbordante. Gracias a tu Resurrección, Señor, recobro mi libertad interior.

Estos días de espera quiero llenarlos de anhelos por encontrarme contigo vivo y glorioso. Quiero, en estos días, intensificar mi entrega a ti, Señor Jesús, teniéndote a ti como mi único Señor.

Dame fuerzas para que, cada día, acreciente mi entrega a ti y a los hermanos; que no me reserve nada para mí mismo, que me desprenda de todo aquello que me impida entregarme cada vez mas a ti como a mi Dios y a mi todo.

Amén.


Jaculatoria

Señor mío y Dios mío.

miércoles, 30 de marzo de 2011

TERCER MIERCOLES DE CUARESMA

Llenos del sentido cristiano de la Cuaresma y alimentados con tu palabra, te pedimos, Señor, que te sirvamos fielmente con nuestras penitencias y perseveremos unidos en la plegaria. Amén.

Meditación

1.- ¿Se puede servir penitencialmente? Esa es la súplica que elevamos al Padre. Toda la comunidad de bautizados, de orienta a occidente, le pide "que le sirvamos fielmente con nuestras penitencias". ¿Que significa servir al Señor penitencialmente?. Equivale a optar por servir a los hermanos en las tareas mas desagradables, repugnantes o incómodas, aquellas que no nos gustan y desagradan, pero que las realizamos por amor a Dios. La Beata Teresa de Calcuta decía: "Servimos a los terminales por Jesucristo". Servir penitencialemente conlleva dar a nuestros trabajos, caridades y sacrificios un significado de arrepentimiento, haciéndolos en penitencia y reparación por nuestros pecados.

Vivir así, sirviendo con espíritu de penitencia, no siempre nos resulta fácil ni cómodo. Por eso le pedimos hoy al Señor que nos ayude a conducirnos de este modo en estos días cuaresmales.

2.- Y para poder servir penitencialmente al Señor y a los hermanos, nos es absolutamente necesaria, una actitud orante. La cuaresma es tiempo especial de oración. Una oración personal pero abierta a todos los hombres. Los gozos y las tristezas de los hombres han de tener un lugar propio y constante en nuestras plegarias. Unidos en la plegaria, evitando una oración centrada en nosotros mismos, en nuestras necesidades. Eso sería, narcisismo espiritual..

Pregúntate: Si vives penitencialmente tus acciones cristianas, si las haces en reparación de tus pecados. Si tu oración es una oración abierta a todos o vives una espiritualidad narcisista.


Súplica

Señor Jesucristo, Palabra eterna del Padre, que por mi salvación te encarnaste y te dejaste atar a un madero, mira mi corazón arrepentido y contrito por mis maldades. Mis pecados fueron la causa de tu Pasión, Señor.

Muriendo y resucitando me has liberado del peso de mis culpas, y me devolviste la libertad de hijo de Dios. Por eso, Señor Jesús, deseo vivamente, en estos días santos de Cuaresma, dar un sentido penitencial a todos mis trabajos, sufrimientos y caridades.

Que sepa convertirlos en actos de arrepentimiento y reparación. Y no solo por mis pecados, sino también por los pecados de todos los hombres.

Ayúdame, Señor Jesús, a vivir estos días santos dando un sentido penitencial a todo cuanto hago.

Amén.

Jaculatoria

Servirte a ti, es reinar, Señor.

TERCER MARTES DE CUARESMA

Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección contínua. Amén.

Meditación

1.- Supuestamente, "todos los bautizados vivimos sirviendo al Señor plenamente". Parece que esta afirmación es mas un deseo que una realidad. ¿Es ese tu caso? ¿Vives sirviendo al Señor plenamente?.

Servir al Señor significa vivir dependiendo de Él, atentos a sus inspiraciones para cumplirlas sin demora, teniendo puestos los ojos y el corazón en Él para dejarnos moldear por Él. El salmista lo explica muy claramente cuando dice: "Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor". El deseo de la Iglesia, es que vivamos asi, pero no de cualquier forma, no a medias tintas, con un ojo sí y el otro no, evitando altibajos, sino que sean una atención y un servicio plenos.

Podría parecer que este programa espiritual es demasiado elevado o exigente. Todo depende de como nos veamos frente a Dios. Si nuestra actitud interior es de autosuficiencia o de un buenísmo empalagoso sin una dependencia real y total de Dios, entonces ese ideario ascético cuaresmal nos supera. Pero si nuestra actitud interior sigue el modelo de María: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra", entonces esa forma de vivir es posible.

2.- La Iglesia pide vivir en plena dependencia de Dios. Que su gracia nos acompañe. No queremos ni debemos luchar solos. Él lucha por nosotros.

Pregúntate: Si te entregas al Señor en plenitud o a cuentagotas, si dependes de Él a ratos, si le miras con un ojo y otro no, si en estos días cuaresmales vas a intentar vivir atento a sus inspiraciones.


Súplica

Señor Jesucristo, con tu muerte has cortado los lazos que me unían al pecado, liberando mi corazón para que pudiese entregarme y servirte sin cortapisas. Sin embargo, ves cómo intento volver a las andadas, a mis gustos y caprichos, a servirme a mí mismo.

Que tu gracia Señor, no me abandone en la lucha por servirte a ti, dependiendo de ti, permaneciendo atento a tus inspiraciones para obrar agradándote en todo cuanto haga.

Quiero tener los ojos de mi corazón puestos en ti; deseo vivir bajo las inspiraciones de tu Espíritu. Que mi vida, Señor, consista en depender de ti, estando atento a cuanto deseas que haga. No permitas, Jesús, que desee y busque mi autocomplacencia. Pues quiero vivir en ti y para ti.

Amén.

Jaculatoria

A ti, Señor, levanto mis ojos.

TERCER LUNES DE CUARESMA

Señor, purifica y protege a ti Iglesia con misericordia contínua y, pues sin tu ayuda no puede mantenerse incólume, que tu protección la dirija y la sostenga siempre. Amén.

Meditación

1.- La Iglesia es: "una comunidad de hombres débiles, frágiles, inconsistentes. Los que formamos la Iglesia carecemos de la fuerza necesaria para estar a la altura de nuestro bautismo. Hemos prometido en la fuente bautismal vivir una vida alejada del pecado, renunciamos asimismo a las obras del mal y del maligno. Sin embargo, nuestra realidad personal nos confirma cuán lejos estamos de aquellas promesas y renuncias. Y eso se debe a nuestra natural inconsistencia. Por eso hoy la Iglesia dice: "no podemos mantenernos incólumes sin tu ayuda". Necesitamos su ayuda par no caer, para mantenernos firmes en todo cuanto prometimos y profesamos en el Bautismo. Hacemos nuestra la afirmación del salmista: "Nuestro auxilio es el nombre del Señor".

2.- Sólo quien se sabe pobre de solemnidad extiende la mano para pedir limosna. Sólo quien se reconoce moralmente incapaz e impotente para vivir conforme a su vocación, abre las puertas de su corazón, grita a Dios solicitando ayuda. Eso es lo que hace hoy la Iglesia. Como los Apóstoles en medio de la tormenta, le gritamos a Jesús: "¡Señor que me hundo!". Y la mano extendida de Cristo nos mantiene a flote..

Pregúntate: Si te reconoces frágil e incapaz de vivir a la altura de tu vocación bautismal.

Pregúntate: Cuándo fué tu última caída por contar con tu fuerza y no con la mano del Señor.

Pregúntate: Si acudes al Señor continuamente pidiéndole la limosna de su fortaleza.


Súplica

Señor Jesucristo, purifícame y protégeme con tu misericordia infinita, cercana y tierna. Extiende t mano vigorosa y sácame del atolladero donde por mi debilidad, me he metido, olvidándome de las promesas que te hice en el santo Bautismo.

Frágil soy e inconsistente, Señor Jesús; impotente para mantenerme en pie por mis solas fuerzas; mi voluntad no basta para vivir en dignidad bautismal.

Como Pedro y los demás Apóstoles te grito desde lo hondo de mi corazón: ¡Señor, no permitas que me hunda, no permitas que siga anclado en el mal, no permitas que viva a espaldas de tu amor!.

Déjame cogerme a tu mano todopoderosa; déjame sentir el vigor divino de tu gracia en mi corazón.

Amén.

Jaculatoria

¡Señor , dame tu mano!