miércoles, 6 de abril de 2011

CUARTO MARTES DE CUARESMA

Te pedimos, Señor, que las prácticas santas de esta Cuaresma dispongan el corazón de tus fieles para celebrar dignamente el misterio pascual y anunciar a todos los hombres la grandeza de tu salvación. Amén.

Meditación

1.- ¿Qué prácticas santas cuaresmales practicas?. La oración le recuerda al Señor que las practicamos. Pero ¿será verdad? La súplica consiste en que dichas "prácticas santas cuaresmales" nos preparen el corazón para celebrar bien la Pascua y ser testigos de la Resurrección entre los hombres. Por tanto, la disposición interior, la celebración digna de la Pascua y el testimonio que demos de Jesús, tienen como fuente y origen nuestras prácticas santas. De ahí que es necesario saber cuáles son y cómo las realizamos, pues en ella nos va la vivencia gozosa de la Resurrección y el testimonio cristiano.

2.- La Liturgia Cuaresmal del pasado Miércoles de Ceniza resumía esas prácticas a tres: el ayuno, la oración y la limosna.

El ayuno: la mortificación voluntaria, no por sí misma, sino como un ejercicio de autocontrol sobre el cuerpo y la voluntad, y así, destinar cuanto hemos ayunado a obras de caridad, La oración: un encuentro más frecuente y más intenso con Aquel que, por nosotros, subió al madero de la cruz. La limosna: no hacer simplemente la caridad sino ejercerla como remedio de nuestros pecados y testimonio de nuestro arrepentimiento.

Pregúntate: qué obras santas llevas practicando esta Cuaresma y cómo. De que te has abstenido, ayunado, para hacer caridad.


Súplica

Señor Jesucristo, prepara Tú, mi pobre corazón para celebrar digna y gozosamente tu santa resurrección y para testimoniar, entre quienes me rodean, mi adhesión a ti.

Prepáralo Tú, Señor Jesucristo, porque yo, ni sé ni puedo hacerlo imbuido como estoy en tantas cosas y distracciones que no me permiten vivir con el corazón y la mente en ti.

Prepara mi voluntad para que, con la fuerza de tu Espíritu, ayune, ore y de limosna desde el corazón.

No permitas, Señor Jesús, que me quede en puras apariencias cuaresmales. Que abrace tu cruz en mi corazón y allí te acompañe siendo tu cireneo. Déjame, Señor, caminar a tu lado hasta el Calvario y allí, como tu discípulo San Juan, ser testigo de tu amor infinito y misericordioso.

Amén.


Jaculatoria

Prepara Tú, mi pobre corazón.

CUARTO LUNES DE CUARESMA

Oh Dios, que renuevas el mundo por medio de sacramentos divinos, concede a tu Iglesia la ayuda de estos auxilios del cielo sin que le falten los necesarios de la Tierra. Amén.

Meditación

1.- Para entender y vivir la petición que hoy hace la Iglesia al Señor, conviene clarificar conceptos. "Los sacramentos divinos" y "los auxilios terrenos" son ayudas eficaces que Dios nos ofrece para una renovación interior. Le decimos a Dios hoy que Él "renueva el mundo". No renueva Dios un mundo material sino el mundo espiritual, o sea, la humanidad, el corazón del hombre. Dios "renueva  interiormente al hombre, dándole un corazón nuevo". Y esa renovación la hace el Señor por medio de los sacramentos divinos. El corazón del hombre, lleno de soberbia y vanidad, es incapaz de autorenovarse. Esa renovación interior es obra exclusivo de Dios. Jesús se lo había dicho a Nicodemo: "Lo que nace de la carne, es carne, lo que nace del espíritu, es espíritu". Por eso oramos diciendo: "Oh Dios, que renuevas el mundo". Es, pues, Dios el autor de nuestra renovación. Y nos renueva interiormente mediante los sacramentos divinos. Todo sacramento dignamente recibido es un auxilio divino que Dios nos ofrece para hacer nuevo nuestro corazón.

Pregúntate: si te dejas renovar por Dios o si le pones pegas. Cómo recibes los sacramentos, si te preparas adecuadamente y con respeto sabiendo que se trata de auxilios divinos.


Súplica

Señor Jesucristo, Restaurador de mi espíritus, mira mi corazón herido y magullado por el pecado, por la soberbia y la avaricia, por la pereza y la envidia, por la ira y la gula. Mira mi corazón imposibilitado para reconvertirse en un corazón nuevo y amante, un corazón generoso y desprendido, un corazón humilde y cariñoso.

Ponte manos a la obra Señor, y renuévame por dentro. Limpia mis pecados e imperfecciones. Sana las heridas que el mal ha abierto en mí. Y haz que, con el auxilio infinito de tus sacramentos, mi corazón reciba tu bálsamo sanador que cicatrice mis heridas.

Quita mi corazón de piedra y pon uno de carne, sensible, cercano, cariñoso y agradecido.

Amén.


Jaculatoria

Sana mi corazón herido, Señor.

domingo, 3 de abril de 2011

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

Señor, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe viva y entrega generosa, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Amén.

Meditación

1.- La Palabra hecha carne es la persona de Nuestro Señor Jesucristo. Él es la cución que la humanidad pagó para que Dios la perdonase y admitiese de nuevo a su amistad. Cristo es el puente que une al hombre con Dios. Cristo es quien nos ha reconciliado con el Padre. Y reconciliar significa volver a la amistad perdida. El hombre, todo hombre, por su pecado libre, voluntario y personal, había roto la amistad con Dios. Una ruptura que él no podía reparar pues, toda ofensa se mide por el ofendido. Por tanto solamente el ofendido puede perdonar y volver a abrir sus brazos a quien de ellos se había alejado.

Cristo, siendo Dios y hombre, quiso, pudo y reconcilió al hombre con su Padre eterno. Los brazos abiertos en la cruz son ese puerto de acogida de todo aquel que quiera volver a la antigua amistad perdida. Pero eso a Cristo le costó la vida.

2.- Celebrar y vivir la fiesta de Pascua significa aceptar gozosamente esa intercesión de Jesús. Es reconocer su incapacidad para volver a los brazos del Padre. Es gozar sabiendo que, gracias a Cristo, se nos han abierto de par en par las puertas de los brazos paternos.

3.- Esta debe de ser la idea que prime en nuestra mente y en nuestro corazón cada día de Cuaresma. La gratitud más sincera, gozosa y profunda ha de brotar espontáneamente de nuestro corazón ¿Cómo no vivir agradecimiento tamaño gesto de Cristo?

Pregúntate: si gozas interiormente de esta reconciliación, y cómo se lo vas a agradecer en este día.


Súplica

Señor Jesucristo, con tu muerte en la cruz me has reconciliado con Dios, tu Padre y mío. Tu Sangre me liberó de la esclavitud del pecado y me abrió el camino de vuelta a los brazos de Dios Omnipotente.

Te doy gracias, Señor Jesús, porque aceptaste libremente la pasión para pagar así el rescate de mi alma. Y es que, Señor, para ti tengo un valor infinito y eterno.

Te doy gracias, Señor, porque, en estos días cuaresmales, me haces comprender lo importante que soy para ti  y el amor que me tienes. Ayúdame, Jesús, a vivir gozosamente estos días; no me dejes vivir únicamente de ritos y ceremonias sino que sienta en mi corazón un profundo y una gratitud inmensa por haberme reconciliado contigo y con el Padre.

Amén.


Jaculatoria

Me has comprado con tu sangre, Señor.

sábado, 2 de abril de 2011

TERCER SABADO DE CUARESMA

Llenos de alegría, al celebrar un año más la santa Cuaresma, te pedimos, Señor, vivir los sacramentos pascuales, y sentir en nosotros el gozo de su eficacia. Amén.

Meditación

1.- Es interesante constatar que, el Señor nos pide no celebrar los sacramentos pascuales, sino vivirlos. Porque siempre que se viven los sacramentos pascuales, se celebran, pero no siempre que los celebramos los vivimos. Entre celebrar y vivir hay una profunda y radical diferencia. Porque la celebración se desarrolla en un marco externo: gestos, oraciones, limosnas, ayuno, ritos. Mientras que la vivencia se desarrolla en un ámbito interior, espiritual, íntimo, en el corazón. Entre celebración y vivencia no hay oposición alguna sino todo lo contrario. Toda celebración cuaresmal y pascual ha de brotar de una vivencia. De ahí la importancia de poner el norte en nuestra vida cuaresmal, no en lo externo, en la celebración, sino en lo interno, en la vivencia.

2.- Llegados a este punto cuaresmal, hemos de revisar nuestro proceder para darnos cuenta de si celebramos o vivimos. Como vivir los misterios pascuales es algo puramente interior, espiritual y salvífico, necesitamos que sea el Señor quien nos ayude a tomar esa decisión y a llevarla a cabo. De ahí que hoy la Iglesia sienta la necesidad de clarificar las cosas y, por ende, acude al Señor suplicándole le ayude en esta tarea de interiorización de la Cuaresma y de la Pascua.

Pregúntate: cómo estás viviendo estos días cuaresmales, si te quedas en el mero culto, la pura celebración, en gestos o ritos vacíos de interioridad. Qué deberías hacer para llenar esas celebraciones y esos ritos de vida interior.


Súplica

Señor Jesucristo, Vida mía, llegado a mitad del camino cuaresmal, y vislumbrando la cercanía de la Pascua, acudo a tu divina omnipotencia, solicitando ayuda y fuerza para interiorizar mi lucha ascética de estos días.


Corro el riesgo, Señor, de quedarme en meras exterioridades: oraciones, mortificaciones, ayunos, ritos y no llenarlos de vida. Esos actos externos pueden oscurecer el verdadero sentido cuaresmal y pascual.


Extiende sobre mí el rocío de tu gracia para que viva en el corazón cuanto celebro exteriormente. Ayúdame, Señor, a evitar vaciedades interiores. Que cultive en mi corazón tu pasión y tu resurrección; y en ellas encuentre gozo y progreso interior.

Amén.


Jaculatoria

Entra en el fondo del alma y enriquéceme, Señor.