viernes, 21 de enero de 2011

LA REALIDAD DE LA MUERTE

Llegará un día en que Dios nos hará pasar la puerta, nos llevará a través de los valles y luego por el sendero de la montaña hacia las verdes praderas.


Pero, como escribe un pastor:

Cada montaña tiene sus valles. Sus lados están marcados por profundas quebradas,
barrancos y otros peligros. Y la mejor ruta hacia la cumbre siempre pasa por estos peligrosos senderos.

Todo pastor conduce su rebaño con cuidado, pero en forma persistente por el sendero serpenteante hacia arriba a través de oscuros valles.



El Salmo del Buen Pastor nos dice:

«Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan»



Con este salmo, David nos recuerda dos cosas importantes que pueden ayudarnos a vencer el temor del sepulcro.

1)    Todos tenemos que enfrentarlo. En una vida marcada por citas con el doctor, citas con el dentista y citas con los exámenes, hay una última cita que ninguno de nosotros podrá eludir: la cita con la muerte.

«Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio» ( Hebreos 9.27 ).

A todos nos gustaría cambiar este versículo. Bastaría con cambiar un par de palabritas: «Para algunos de los hombres … », o «Casi todos, menos yo … », o «Todos los blasfemos». Por cierto, este versículo resuelve el tema de la reencarnación, porque hay ciertos “cristianos” que creen posible seguir siéndolo y creer en la reencarnación.

Pero esas no son las palabras de Dios. En su plan todos deben morir, aun
los santos entre los santos.

La muerte no es un tema popular. Nadie quiere hablar de ella y menos considerarla seriamente. Siempre les ocurre a otros. ¿Estaremos preparados cuando llegue?

El sabio tiene en cuenta la brevedad de la vida. El ejercicio físico puede darnos unos pocos latidos más. La medicina puede concedernos alguna prorroga. Pero hay un final. La mejor manera de enfrentar la vida es ser sincero acerca de la muerte. Es patético ver como muchos “famosos” echan una carrera al tiempo a base de dinero, cirugías, sólo por añadir 4 o 5 años más. Al final mueren y se les olvida como a todos. Cuando se encuentren en el Juicio particular de nada les servirá el glamour, la fama y el cuerpo. Sólo habrán acumulado podredumbre y pecados.

David lo fue. Es cierto que dio muerte a Goliat, pero no se hizo ilusión alguna en cuanto eludir al gigante de la muerte. Aunque su primer recordatorio nos hace ser cautos, su segundo recordatorio nos anima:





2)   No tenemos que enfrentar solos la muerte.

Es como si el rostro de David, hasta ahora dirigido hacia nosotros, ahora se
levantara hacia Dios. Su poema se convierte en oración. En lugar de hablarnos a nosotros, le habla al Buen Pastor.

« porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan ».

El mensaje implícito de David es sutil pero de gran importancia. No enfrentes la
muerte sin enfrentar a Dios. Ni siquiera hables de muerte sin hablarle a Dios. Él y sólo Él puede guiarte a través del valle. Otros pueden especular o aspirar, pero sólo Dios sabe el camino para llevarte a su hogar. Sólo Dios está comprometido a llevarte hasta allá a salvo.



Años después que David escribió estas palabras, otro Pastor de Belén diría:

«En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os llevaré, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» ( Juan 14.2–3 ).

Nótese la promesa de Jesús: «Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo». Promete llevarnos al hogar. No delega esa tarea. Puede enviar misioneros que te enseñen, ángeles que te protejan, maestros que te guíen, cantores que te inspiren y médicos que te curen, pero no envía a otro para que te lleve. Esa tarea la reserva para sí mismo. «Vendré otra vez, y os tomaré conmigo».



« Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo ».

Cuando Dios nos llame al profundo valle de la muerte, Él estará con nosotros. ¿Nos atreveríamos a pensar que Él nos abandonará en el momento de la muerte?. ¿Exigiría Dios a su hijo que viajara solo a la eternidad? ¡Absolutamente no! ¡Él está contigo!


Lo que Dios dijo a Moisés se lo dice a usted: «Mi presencia irá contigo, y te daré descanso» ( Éxodo 33.14 ).

Lo que Dios dijo a Jacob se lo dice a usted: «Yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres» ( Génesis 28.15 ).

Lo que Dios dijo a Josué se lo dice a usted: «Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé» ( Jos 1.5 ).

Lo que Dios dijo a la nación de Israel se lo dice a usted: «Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo» ( Isaías 43.2 ).

El Buen Pastor está con usted. Porque está con usted, puede decir lo que David dijo:

«No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento».


viernes, 14 de enero de 2011

LA ESCLAVITUD DE LAS PREOCUPACIONES

Qué pensaría usted si:

Su hijo de diez años está preocupado. Está tan ansioso que no puede comer. Tan preocupado que no puede dormir. «¿Qué ocurre?», usted le pregunta. Él mueve la cabeza y se queja: «No tengo un plan de pensiones».

Su hija de cuatro años llora en la cama. «¿Qué pasa, querida?» Ella responde: «Nunca voy a aprobar química en la universidad».

¿Cómo respondería a tales declaraciones? Su respuesta sería enfática: «Eres demasiado pequeño para preocuparte de tales problemas. Cuando llegue la oportunidad, sabrás qué hacer».

Afortunadamente la mayoría de los niños no piensan en esas cosas. Desafortunadamente los adultos sí lo hacemos. La preocupación es toda una pesada bolsa de cargas. Está llena de ¿y si ocurre esto … ? y de ¿cómo haría yo… ? «¿Y si revienta la caldera y se inunda mi casa?»



«¿Cómo puedo saber cuándo dejar mi trabajo y arriesgarme a entrar en otra empresa?» «¿Y si me caso con un adúltero/a?» «¿Cómo pagaremos la hipoteca si uno de los dos pierde el trabajo?» «¿Y si suben los tipos de interés?» Una bolsa de preocupaciones. Voluminosa. Incómoda. Fea.

Aspera. Difícil de llevar e imposible de dejar. Nadie quiere sus preocupaciones.
La verdad sea dicha, usted tampoco la quiere llevar. Nadie tiene que recordarte el elevado costo de la ansiedad (pero yo lo haré de todos modos).La preocupación divide la mente. La palabra bíblica preocupación ( merimnao )
en griego está formada por dos palabras, merizo (dividir) y nous (mente). La ansiedad divide nuestra energía entre las prioridades de hoy y los problemas de mañana. Parte de nuestra mente está en el ya ha ocurrido; el resto está en el todavía no. El resultado es una vida con la mente dividida.



Ese no es el único resultado. La preocupación no es una enfermedad, pero causa enfermedades. Se la ha relacionado con la hipertensión, los problemas cardíacos, la ceguera, la migraña, los problemas de la tiroides y una gran cantidad de desórdenes estomacales.

La ansiedad es un hábito caro. Valdría la pena si diera buen resultado. Pero no.
Nuestros esfuerzos son inútiles. Jesús dijo: «¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?» ( Mateo 6.27 ). Los afanes nunca han dado brillo a un día, ni han resuelto un problema, ni curado una enfermedad.



Lamentablemente, la preocupación es un trabajo que uno no puede delegar, pero lo puede vencer. No hay mejor lugar para comenzar que en el versículo dos del salmo del pastor.

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas

dice David. Y, por si acaso lo hemos captado bien, repite la frase en el versículo siguiente:

me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Va delante, limpia el sendero, corta las ramas, señala el camino. Al llegar a una curva, dice: «Dobla hacia allá». Al subir, señala: «Sube aquí». Cerca de las rocas advierte:

«¡Cuidado!»

Él nos guía. Nos dice lo que necesitamos saber cuando necesitamos saberlo. Como lo diría un escritor del Nuevo Testamento: «Hallaremos gracia cuando la necesitemos».

La ayuda de Dios es oportuna. Se pone entre usted y su necesidad.
¿No fue esta la promesa que dio a sus discípulos?

«Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis
de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad ;
porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo» ( Marcos 13.11 ).



¿No es ese el mensaje de Dios a los hijos de Israel? Prometió proporcionarles el maná cada día. Pero les dijo que recogieran sólo lo necesario para un día. Los que desobedecieron y recogieron para dos días encontraron que al segundo día el maná se les había descompuesto. La única excepción a la regla era el día previo al reposo. El viernes podían recoger el doble. Dicho de otro modo, Dios les daría lo necesario en su tiempo de necesidad.

Dios nos guía. Dios hará lo que corresponde a su debido tiempo.

Puesto que sé que su provisión es oportuna, puedo disfrutar del presente.
Basta a cada día su propio mal» ( Mateo 6.34 ).

La última frase es digna de destacarse: «Basta a cada día su propio mal».

«No sé qué haré si mi esposo muere». Lo sabrás en el momento oportuno.
«Cuando mis hijos dejen la casa, no creo que pueda soportarlo». No será fácil, pero la fortaleza llegará en el momento oportuno
«Yo no podría aconsejar a mi hijo qué carrera debe estudiar. Hay muchas cosas que no sé». Quizás usted tenga razón. O quizás quiere saberlo todo demasiado pronto. Podría ser que Dios le revele todo en el momento oportuno.



La clave es la siguiente: Enfrente los problemas de hoy con la energía de hoy. No se fije en los problemas de mañana hasta mañana. Aun no tiene las fuerzas de mañana. Ya tiene suficiente para el día de hoy.

Dios no le va a dejar ver el escenario distante. Así que puede dejar de buscarlo. El Señor nos promete una lámpara a nuestros pies, no una bola de cristal para mirar el futuro. No tenemos que saber lo que ocurrirá mañana. Basta saber que Él nos guía y que vamos a «alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» ( Hebreos 4.16).


Salmo del Buen Pastor

El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

lunes, 10 de enero de 2011

LA ESCLAVITUD DEL MATERIALISMO

Les hablaré de la prisión más superpoblada del mundo. Los internos se hacinan en celdas estrechas, incómodas y oscuras.

Los internos trabajan mucho y comen mal. Sus muros están desnudos y sus literas son duras. La condena es de cadena perpetua

Ninguna cárcel está tan superpoblada; ninguna es tan opresiva, y lo peor, ninguna prisión es tan permanente. La mayoría de los internos jamás salen. Nadie se puede fugar. Nunca logran la libertad. Tienen que cumplir una sentencia de por vida en este centro superpoblado y desabastecido.






¿El nombre de la prisión?

N-E-C-E-S-I-D-A-D

La prisión de la necesidad. Ha visto sus prisioneros. Tienen «necesidad». Siempre necesitan algo. Quieren algo más grande. Más hermoso. Más rápido. Más delgado.

Necesitan.

No es mucho lo que necesitan. Sólo quieren una cosa. Un nuevo trabajo. Un nuevo automóvil. Una nueva casa. Una nueva mujer (u hombre). No quieren mucho. Sólo una cosa. Con sólo «una cosa» serán felices. Y tienen razón: serán felices. Cuando tengan «una cosa» saldrán de la prisión. Entonces sucede algo. El olor a coche nuevo se desvanece. El nuevo empleo aburre. Los vecinos compran un televisor más grande. La nueva esposa tiene malos hábitos.

Y de nuevo, otro expresidiario reincide y regresa a la prisión.

¿Está usted en la prisión? Sí, si se siente mejor cuando tiene más y peor cuando tiene menos. Sí, si su felicidad procede de algo que deposita, conduce, bebe, come o se pone.

Esa es la mala noticia. La buena es que tiene una visita. Y su visita tiene un mensaje que puede darle la libertad:

El Señor es mi pastor; nada me faltará
( Salmo 23.1 )




Piense por un momento en lo que tiene. Piense en la casa que tiene, en el coche que conduce, el dinero que ha ahorrado. Piense en las joyas que ha heredado y las acciones de su cartera de valores. Piense en la ropa que ha adquirido. Vea todo lo que ha acumulado, y permítame recordarle dos verdades bíblicas.

1)     Lo que tiene no es suyo. Pregúntele a cualquier médico forense. Pregúntele a cualquier embalsamador. Pregúntele a cualquier director de una funeraria. Nadie se lleva nada consigo. Cuando murió uno de los hombres más ricos de la historia, John D. Rockefeller, le preguntaron a su contable: «¿Cuánto dejó John D?» la respuesta fue:

«Todo».

«Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano» ( Eclesiastés 5.15 ).

De todo eso, nada es suyo. ¿Y sabes algo más acerca de todas esas cosas?

2)     No son usted. Lo que usted es nada tiene que ver con la ropa que usa ni con el coche que conduce. Jesús dijo: «La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» ( Lucas 12.15 ).





Cuando Dios piensa en usted, se fija en su compasión, su devoción, su ternura o su caridad, pero no en sus cosas.

Sea sincero consigo mismo. ¿Qué cosa específicamente se interpone entre usted y su felicidad? ¿Cómo llenaría la línea siguiente?:

«Seré feliz cuando__________________».

Cuando adelgace. Cuando ascienda. Cuando me case. Cuando me divorcie. Cuando sea rico.

Con su respuesta bien en mente, responda esto. ¿Si su barco nunca llega, si su sueño nunca se hace realidad, si su situación nunca cambia, podría ser feliz? Si dice que no, está durmiendo en la fría mazmorra del descontento. Está preso. Y necesita saber lo que tiene en su Pastor.

Tiene un Dios que lo escucha, el poder del amor que lo respalda, el Espíritu Santo que vive en usted, y todo el cielo por delante. Si tiene al Pastor, tiene la gracia a su favor para enfrentar el pecado, dirección para cada decisión, una luz para cada rincón y refugio para cada tormenta. Tiene todo lo que necesita.

¿Y quién se lo podrá arrebatar? ¿Puede la leucemia infectar su salvación? ¿Puede la bancarrota empobrecer sus oraciones? Un terremoto puede quitarle su casa, pero ¿alcanzará su hogar celestial?

Mire su posición. ¿Por qué clamar por prestigio y poder? ¿No ha recibido el
privilegio de formar parte de la obra más grande de la historia?




Hubo un sacerdote que fue invitado al Rotary Club, que –para el que no lo sepa-, es el sancta sanctórum del capitalismo, el dinero y el materialismo donde se miden a las personas por lo que tienen. Cuando se le preguntó por su profesión el respondió:

«Hola, soy Russ Blowers. Pertenezco a una multinacional con delegaciones y sucursales en todos los países del mundo. Tenemos representantes en casi todos los parlamentos y gobiernos de la tierra. Nos dedicamos a cambiar la conducta de los hombres. Tenemos hospitales, comedores, centros de apoyo a adolescentes, ancianos, parados, tenemos universidades, editoriales...

A nuestra clientela la cuidamos integralmente desde su concepción hasta su muerte. Realizamos trasplantes espirituales de corazón. Nuestro Fundador es dueño de todos lo que existe. Lo sabe todo y vive en todo lugar. Nuestro producto se entrega gratis a todo el que lo pide. Nuestra política económica es un milagro. No tenemos beneficios ni repartimos dividendos.

Nuestro Director General nació en un establo, fue carpintero, no tenía donde recostar la cabeza. Fue traspasado por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con su sangre hemos sido curados





¿Qué ganará usted con abandonar la ambición, el inconformismo, el materialismo y el consumismo?

Puede ganar su matrimonio. Puede ganar horas preciosas con sus hijos. Puede ganar respeto por sí mismo. Puede ganar paz interior.

Puede ganar la fe para decir: «El Señor es mi pastor; nada me faltará».
Trate de decirlo lentamente: « El Señor es mi pastor; nada me faltará».
Dígalo otra vez, « El Señor es mi pastor; nada me faltará».

¿Oyó un ruido? Yo sí. No estoy seguro … pero creo que se trata del
rechinar de la puerta de una cárcel que se abre.

martes, 4 de enero de 2011

LONG BLACK TRAIN






There's a long black train,
Comin' down the line,
Feedin' off the souls that are lost and cryin',
Rails of sin, only evil remains
Watch out brother for that Long Black Train

Look to the heavens
You can look to the skies
You can find redemption
Staring back into your eyes
There is protection and there's Peace the same,
burnin' your ticket for that Long Black Train

'Cause there's vict'ry in the Lord I say,
Vict'ry in the lord,
Cling to the Father and His holy name,
And don't go ridin' on that Long Black Train

There's an engineer on that Long Black Train,
Makin' you wonder if the ride is worth the pain,
He's just a waiting on your heart to say
Let me ride on that Long Black Train,

But you know there's vict'ry in the Lord I say,
Vict'ry in the Lord,
Cling to the Father and His holy name,
And dont go ridin' on that Long Black Train

Well, I can hear the whistle from a mile away,
It sounds so good
But I must stay away
That train is a beauty, makin' everybody stare
But its only destination is the middle of nowhere,

But you know theres vict'ry in the Lord I say,
Vict'ry in the Lord,
Cling to the Father and His holy name,
And don't go ridin' on that Long Black Train

I said cling to the Father and His holy name
And dont go ridin' on that long black train
Yeah, watch out brother for that long black train
That Devil's a drivin' that long black train.

martes, 28 de diciembre de 2010

RETIRO ESPIRITUAL: MEDITACIÓN 6

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí. Que me ves, que me oyes., te adoro con profunda reverencia. Pido perdón por mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.

Vamos a empezar la meditación de hoy fijándonos en Julián Marías, el gran pensador cristiano. Un hombre con una autoridad moral muy importante. Una vez Julián Marías fue invitado a dar una charla a altos cargos de la Iglesia, obispos, vicarios, arciprestes, etc.


Le hicieron una pregunta: Si tuviera usted que predicar a los fieles, ¿de qué les hablaría?, aprovéchese, tómese la revancha. Habrá oído usted muchas homilías, pero ahora, usted, de qué hablaría a los que predican la palabra de Dios.



La respuesta fue: Yo les hablaría de la muerte. Ustedes se van a morir ¿no?. Esto es obvio, ¿no lo sabían?. Es que nadie se lo cree. Todo el mundo vive como si no se fuera a morir. Pero se van a morir. Como Julián oyera ciertas risitas nerviosas y viera cierta incomodidad, recalcó: Miren, no puede ser. La gente vive como si la muerte no existiera y eso es muy grave. Siguió con una serie de consideraciones sobre la muerte que dejó a sus oyentes muy tristes y pensativos.

La muerte tiene mucha importancia para nosotros. Por un lado es un hecho biológico, pero para nosotros, los cristianos, iluminados por la fe, la muerte no es solamente un hecho natural. Hablamos de la muerte como la des-animación del cuerpo, la separación del cuerpo y del alma.



El cuerpo, ya no es apto para seguir portando el alma que ya ha sido llamada por Dios. Es el inicio de la vida con mayúsculas. Los existencialistas, los ateos, dicen que el hombre está hecho para la muerte, para la nada. No es verdad. Estamos hechos para la vida eterna, de la cual la muerte es solamente una puerta. Este es el símil que mejor se ajusta a la definición de muerte. Una puerta, un instante, antes del cual todavía hay vida e inmediatamente después, sólo eternidad. Lo importante, es lo que nos vamos a encontrar tras esa puerta.

La muerte Es un tema cautivador, nos hace pensar, a lo largo de la historia muchos filósofos han escrito muchas páginas para hablar sobre la muerte buscando respuestas que nunca encontrarían. Platón decía que la vida era una meditación para la muerte (una gran frase ¿verdad?). La muerte es un motor para filosofar.



Al hablar seriamente de la muerte, la gente no quiere bromas. Llama la atención, la actitud de muchos familiares ante una persona que está en tránsito y dicen al cura: Padre, entre, pero no le diga que se va a morir. En cada momento de la vida, Dios nos da una gracia, un auxilio especial. Los moribundos tienen una especial paz y tranquilidad. Si alguien se queja mucho porque se va a morir, eso quiere decir que no se muere, al menos hoy no.

Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y eso es lo que nos confunde. Para nosotros Jesús, cuando asumió la muerte, dejó de existir. No miremos la muerte en sí  misma. Pensemos como estamos viviendo de cara a la eternindad. Todo ser viviente se dirige a un lugar. Pregúntate que buscas en la vida. El que amontona riquezas es amonestado por Dios: “insensato esta misma noche te van a reclamar la vida”. No andéis preocupados por qué comeréis, y como vestiréis. Como Dios me va a ayudar a mi?. Cuando uno hace lo que puede, Dios pone el resto. Dios provee. Buscad primero el reino de Dios y Su justicia y lo demás se os dará por añadidura.



Cuantas veces nos afanamos en lo material, y luego, si sobra algo de tiempo, buscamos a Dios. Cuando tenemos bienes de sobra, tendemos a olvidarnos de Dios, pensando que nos valemos por nosotros mismos. ¿Qué buscas en esta vida?. Atesora bienes en el cielo, haced obras buenas de cara a la eternidad. Nos preocupan mucho las cuentas corrientes aquí en la tierra. Tanto el que las tiene como el que no. No es que no haya que preocuparse por eso, somos hombres del mundo. Pero siempre intentando rectificar la intención. Vivimos como náufragos tanto si tenemos como si no, y lo pasamos mal. ¿Qué te preocupa?. ¿a quién debo temer?. Hay que temer a quien pueda robarte el alma. Todo lo demás tiene un valor relativo.

¿Qué significa para ti morir?, esto es importante. Si vivimos para Cristo, la muerte es una ganancia. San Josemaria decía que era muy cómodo morirse. El quería vivir muchos años para dar gloria a Dios.



¿Para que quieres vivir?. La mayoría de vosotros diréis: mire usted, yo vivo al día, hago lo que puedo, traigo un sueldecillo a casa, etc. Y entonces, ¿qué significa morir?. ¿Desconexión?, ¿desenchufar el aparato?. Es importante pensar ¿para que vivimos?, ¿para el cielo?. Quien piense en el cielo y en la eternidad, cambia su percepción de las cosas aquí abajo en la tierra. Precisamente entonces es cuando adquieren mayor importancia, porque lo entienden como un servicio a Dios. Un servicio, en Cristo, a las almas. Verás a tu mujer ya no sólo como una compañera de viaje, sino como una criatura que dios te ha encargado que cuides, que la hagas feliz en la tierra. Cada hijo es una criatura que Dios te ha confiado para la eternidad no solamente para que se haga abogado. Dios te ha confiado a tu familia para que la lleves al cielo.

Durante las persecuciones del emperador Trajano, la cuestión para los cristianos era simple: si no renuncias a la fe, a los leones. Cuando le llegó esta disyuntiva a san Ignacio de Antioquía, escribió a sus apenados discípulos: “para mí es mejor morir por Jesucristo que reinar sobre los confines de la tierra, busco a Aquel que murió por nosotros, quiero a Aquel que resucitó por nosotros. No impidáis que viva, no queráis que muera”

Hay que trabajar muy duro aquí en la tierra, amar a este mundo apasionadamente. Después de este mundo vendrá el juicio, y sólo nos valdrán nuestras buenas obras. Visitar a los enfermos, ir a ver a los ancianos, colaborar con los comedores sociales, etc.



Necesitas un plan de vida espiritual, se nos olvida lo más importante. Vivimos cara a la eternidad, esta vida, este mundo, se nos escapa de las manos. Pensad en el juicio. No sabes si el mañana llegará para ti. Vive todos tus días como si fueran el último.

Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones, que me has comunicado en esta meditación, te pido ayuda para ponerla por obra. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.