lunes, 10 de enero de 2011

LA ESCLAVITUD DEL MATERIALISMO

Les hablaré de la prisión más superpoblada del mundo. Los internos se hacinan en celdas estrechas, incómodas y oscuras.

Los internos trabajan mucho y comen mal. Sus muros están desnudos y sus literas son duras. La condena es de cadena perpetua

Ninguna cárcel está tan superpoblada; ninguna es tan opresiva, y lo peor, ninguna prisión es tan permanente. La mayoría de los internos jamás salen. Nadie se puede fugar. Nunca logran la libertad. Tienen que cumplir una sentencia de por vida en este centro superpoblado y desabastecido.






¿El nombre de la prisión?

N-E-C-E-S-I-D-A-D

La prisión de la necesidad. Ha visto sus prisioneros. Tienen «necesidad». Siempre necesitan algo. Quieren algo más grande. Más hermoso. Más rápido. Más delgado.

Necesitan.

No es mucho lo que necesitan. Sólo quieren una cosa. Un nuevo trabajo. Un nuevo automóvil. Una nueva casa. Una nueva mujer (u hombre). No quieren mucho. Sólo una cosa. Con sólo «una cosa» serán felices. Y tienen razón: serán felices. Cuando tengan «una cosa» saldrán de la prisión. Entonces sucede algo. El olor a coche nuevo se desvanece. El nuevo empleo aburre. Los vecinos compran un televisor más grande. La nueva esposa tiene malos hábitos.

Y de nuevo, otro expresidiario reincide y regresa a la prisión.

¿Está usted en la prisión? Sí, si se siente mejor cuando tiene más y peor cuando tiene menos. Sí, si su felicidad procede de algo que deposita, conduce, bebe, come o se pone.

Esa es la mala noticia. La buena es que tiene una visita. Y su visita tiene un mensaje que puede darle la libertad:

El Señor es mi pastor; nada me faltará
( Salmo 23.1 )




Piense por un momento en lo que tiene. Piense en la casa que tiene, en el coche que conduce, el dinero que ha ahorrado. Piense en las joyas que ha heredado y las acciones de su cartera de valores. Piense en la ropa que ha adquirido. Vea todo lo que ha acumulado, y permítame recordarle dos verdades bíblicas.

1)     Lo que tiene no es suyo. Pregúntele a cualquier médico forense. Pregúntele a cualquier embalsamador. Pregúntele a cualquier director de una funeraria. Nadie se lleva nada consigo. Cuando murió uno de los hombres más ricos de la historia, John D. Rockefeller, le preguntaron a su contable: «¿Cuánto dejó John D?» la respuesta fue:

«Todo».

«Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano» ( Eclesiastés 5.15 ).

De todo eso, nada es suyo. ¿Y sabes algo más acerca de todas esas cosas?

2)     No son usted. Lo que usted es nada tiene que ver con la ropa que usa ni con el coche que conduce. Jesús dijo: «La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» ( Lucas 12.15 ).





Cuando Dios piensa en usted, se fija en su compasión, su devoción, su ternura o su caridad, pero no en sus cosas.

Sea sincero consigo mismo. ¿Qué cosa específicamente se interpone entre usted y su felicidad? ¿Cómo llenaría la línea siguiente?:

«Seré feliz cuando__________________».

Cuando adelgace. Cuando ascienda. Cuando me case. Cuando me divorcie. Cuando sea rico.

Con su respuesta bien en mente, responda esto. ¿Si su barco nunca llega, si su sueño nunca se hace realidad, si su situación nunca cambia, podría ser feliz? Si dice que no, está durmiendo en la fría mazmorra del descontento. Está preso. Y necesita saber lo que tiene en su Pastor.

Tiene un Dios que lo escucha, el poder del amor que lo respalda, el Espíritu Santo que vive en usted, y todo el cielo por delante. Si tiene al Pastor, tiene la gracia a su favor para enfrentar el pecado, dirección para cada decisión, una luz para cada rincón y refugio para cada tormenta. Tiene todo lo que necesita.

¿Y quién se lo podrá arrebatar? ¿Puede la leucemia infectar su salvación? ¿Puede la bancarrota empobrecer sus oraciones? Un terremoto puede quitarle su casa, pero ¿alcanzará su hogar celestial?

Mire su posición. ¿Por qué clamar por prestigio y poder? ¿No ha recibido el
privilegio de formar parte de la obra más grande de la historia?




Hubo un sacerdote que fue invitado al Rotary Club, que –para el que no lo sepa-, es el sancta sanctórum del capitalismo, el dinero y el materialismo donde se miden a las personas por lo que tienen. Cuando se le preguntó por su profesión el respondió:

«Hola, soy Russ Blowers. Pertenezco a una multinacional con delegaciones y sucursales en todos los países del mundo. Tenemos representantes en casi todos los parlamentos y gobiernos de la tierra. Nos dedicamos a cambiar la conducta de los hombres. Tenemos hospitales, comedores, centros de apoyo a adolescentes, ancianos, parados, tenemos universidades, editoriales...

A nuestra clientela la cuidamos integralmente desde su concepción hasta su muerte. Realizamos trasplantes espirituales de corazón. Nuestro Fundador es dueño de todos lo que existe. Lo sabe todo y vive en todo lugar. Nuestro producto se entrega gratis a todo el que lo pide. Nuestra política económica es un milagro. No tenemos beneficios ni repartimos dividendos.

Nuestro Director General nació en un establo, fue carpintero, no tenía donde recostar la cabeza. Fue traspasado por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con su sangre hemos sido curados





¿Qué ganará usted con abandonar la ambición, el inconformismo, el materialismo y el consumismo?

Puede ganar su matrimonio. Puede ganar horas preciosas con sus hijos. Puede ganar respeto por sí mismo. Puede ganar paz interior.

Puede ganar la fe para decir: «El Señor es mi pastor; nada me faltará».
Trate de decirlo lentamente: « El Señor es mi pastor; nada me faltará».
Dígalo otra vez, « El Señor es mi pastor; nada me faltará».

¿Oyó un ruido? Yo sí. No estoy seguro … pero creo que se trata del
rechinar de la puerta de una cárcel que se abre.

3 comentarios:

Boss dijo...

El precioso Juanjo, peazo de texto! ¿Dónde lo has pillado? es muy muy muy bueno.

Theo dijo...

Hola. ¡Perfecto contra la avaricia!.Gracias.

Juan dijo...

Gracias, Theo, por comentar. Espero que os gusten estos pequeños sermones.