miércoles, 13 de abril de 2011

MIERCOLES DE PASIÓN

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles purificado por las penitencias de Cuaresma, y tú, que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Amén

Meditación

1.- Se supone que todos los cristianos llevamos mortificándonos desde el inicia de la Cuaresma. Y así es necesario pues, ese autocontrol de nuestra voluntad, de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestras acciones y palabras, de nuestros gustos y caprichos es la condición necesaria para que Dios, Luz infinita y misericordiosa, ilumine nuestro corazón.

Un corazón lleno de sí mismo no tiene cabida para la Luz de Dios. Un corazón lleno de sí mismo está cerrado a la acción purificadora, iluminadora y santificadora de Dios.

La Iglesia implora la iluminación divina, lo hace desde la conciencia de un corazón quebrantado, controlado, mortificado. Somos conscientes de que nuestras oscuridades podrán ser vencidas por la Luz de Cristo en la medida en que nuestra voluntad lucha por mortificar los deseos, apetencias y gustos de nuestro egoísmo y vanidad.

Para poder servir al Señor, necesitamos pues, dar esos dos pasos: mortificar nuestros sentidos y dejarnos iluminar por Cristo.

2.- Es necesario que nos preguntemos cuáles son nuestras oscuridades que esperan la Luz de Cristo. Nos preguntamos también si luchamos por controlar las apetencias del corazón, si practicamos la austeridad penitencial y la mortificación de nuestros deseos. Nos preguntamos si nuestro corazón está lleno de sí mismo.


Súplica

Señor Jesucristo, Luz de Luz, que viniste al mundo para vencer las oscuridades del corazón humano, mira mi pobre y endeble corazón. Ves cómo está lleno de sí mismo, de tantas cosas y circunstancias prescindibles. Míralo y vacíalo de todo aquello que no te da cabida en él.

Ven, Señor Jesús, limpia mi corazón y llénalo de tu santa luz. Que, iluminado por ti, busque únicamente servirte con amplio y limpio corazón.

Ayúdame, Señor, a preparar mi corazón para acoger tu Luz divina mediante mortificación penitencial. Que quiera, pueda y sepa vivir penitencialmente estos días santos. Que controle mis deseos, pensamientos, palabras y acciones de modo que en todo pueda agradarte y servirte como Tú mereces

Amén.



martes, 12 de abril de 2011

MARTES DE PASIÓN

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Amén

Meditación

1.- El aumento del número de cristianos, está íntimamente ligado a nuestra manera de vivir nuestra vocación cristiana. Vivir conforme a la voluntad de Dios es la polea que estimula la apertura del corazón de los no creyentes o alejados de Dios. Se trata de un dogma de Fe: la comunión de los santos. Mi manera  de vivir influye espiritualmente en la vida de los demás, positiva o negativamente. Piensa en la teoría de los vasos comunicantes. Si echas o sacas agua de un vaso sube o baja el nivel en los demás vasos. Igual ocurre con la fe. Una vida conforme a la voluntad divina, dejándose inspirar por la acción del Espíritu y aceptando cuantas inspiraciones Dios nos haga llegar al corazón, no solamente nos pone a nosotros en la senda de la perfección, sino que, de rebote, eleva la santidad y el número de quienes busquen y encuentren a Jesucristo.

2.- Vivir atentos a la voluntad divina y mantenerse fieles a ella, es la manera mas apostólica y fructífera de salvar al mundo convirtiéndonos nosotros en verdaderos apóstoles. Vivir así, con esta dimensión misionera en nuestra vida, hace que el número de los dedicados al servicio de Dios aumente y su santidad repercuta en el bien de todos.

Pregúntate: si das sentido apostólico y misionero a tu esfuerzo por mantenerte fiel a la voluntad de Dios, si vives conscientemente el dogma de la comunión de los santos.


Súplica

Señor Jesucristo, que aceptaste la voluntad del Padre y te hiciste hombre hasta la muerte y muerte de cruz, dándonos así pruebas claras de tu disponibilidad para cumplir siempre y cabalmente la voluntad de Dios, mira mi débil y frágil voluntad.

Deseo, Señor, estar atento a las inspiraciones de tu Santo Espíritu y a cumplirlas fiel y gozosamente. Ayúdame a no tener miedo a cuanto me pidas.

Quiero, Señor Jesucristo, convertir mi aceptación de tu voluntad en un verdadero apostolado, ofreciendo cuanto me cueste obedecerte, a favor de todos los hombres.

Que nadie quede alejado de ti por mi falta de entrega a ti; que nadie te siga desconociendo porque yo, con mi falta de sumisión a tu voluntad, le bloquee el camino hacia ti.

Amén.


Jaculatoria

Hágase en mí tu voluntad.

LUNES DE PASIÓN

Señor Dios nuestro, cuyo amor sin medida, nos enriquece con toda bendición, haz que, abandonando la corrupción del hombre viejo, nos preparemos, como hombres nuevos, a tomar parte en la gloria de tu reino. Amén

Meditación

1.- Jesús lo había dicho en el Evangelio: "A vino nuevo, odres nuevos" Marcos 2, 18-22). Echar vino nuevo en odres viejos es una tontería pues equivaldría a perder el vino y los odres. El vino nuevo es Jesús, es su Palabra, es su Misericordia sin límites. Los odres nuevos somos los hombres que acogemos y atesoramos esa fuerza divina. La novedad consiste en andar con un corazón nuevo, o sea, ser un hombre nuevo. Esto conlleva: rejuvenecer interiormente nuestra vida, no anclarnos en el pasado, ver las cosas y las personas con ojos de Pascua, vivir conforme a las prioridades de la fe, relativizar todo cuanto no sea absoluto, no dejarse atrapar por condicionamientos humanos, buscar afanosamente el proyecto de Dios.

2.- Le pedimos al Señor que nos ayude a renunciar a todo lo anterior, a no dejarnos atrapar por lo caduco, lo contingente. Solamente movidos por el amor sin medida de Dios lo graremos entrar en su reino como hombres totalmente nuevos.

Es necesario analizar nuestra vida para ver si seguimos siendo hombres viejos, odres viejos, corazones viejos.

Pregúntate: si eres un odre viejo o nuevo, de qué debes desprenderrte para entrar en la novedad de Dios, qué vas a hacer para vivir como hombre con un corazón nuevo.


Súplica

Señor Jesucristo, novedad de Dios Padre, tu Palabra y tu Vida son las fuentes de donde mana la vida nueva en el Espíritu. A esas fuentes quiero acudir para beber abundantemente de sus aguas de fidelidad a ti y a tu Espíritu.

Aleja de mí toda atadura al pasado, a cuanto huele a rancio en el amor y la esperanza, a todo lo que me ate y me esclavice, a todo cuanto me doblegue el corazón y que no seas Tú.

Quiero ser, Señor, un hombre nuevo, con ojos de Pascua en el corazón y la mente, que sepa ver mi propia realidad y la de los demás como lo ves Tú.

por tu amor infinito y sin límites infunde en mi corazón el deseo de ser un hombre nuevo que basa su vida en ti y en tu amor.

Amén.


Jaculatoria

Dame, Señor, un corazón nuevo.