En este post, voy a hablar del significado de los números desde el punto de vista de la Biblia. Existen muchas otras formas de enfocar este tema, pero voy a empezar por aquí.
Si estudiamos el zodíaco, la cábala o el tarot obtendremos otra visión de la numerología. Para las tres disciplinas anteriores está prohibida su práctica para todo cristiano. Pero conocerlas es otra cosa.
A continuación vamos a ver los números 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10-11-12-40. Nos dejamos el nº 13, de especial importancia. Si estudiamos el tarot, la carta nº XIII, -la muerte- es una carta puente al mas allá. Las 12 cartas anteriores simbolizan el recorrido del alma por la tierra, por el valle de lágrimas. La carta XIII es el tránsito del alma al mas allá. Y las cartas de XIV a XXII simbolizan el recorrido del alma por los planos astrales. De todo ello hablaremos mas adelante.
1
El número uno, excluye la posibilidad de la diferencia. Por lo tanto, es el origen de los demás números y señala el inicio de las cosas. Al excluir la posibilidad de la diferencia, denota la unidad divina, su supremacía y su independencia; «suficiencia que no necesita de nadie e independencia que no admite igual». Siendo el origen de los demás números, el uno denota comienzo.
2
Si el número uno expresaba unidad, negando la posibilidad de la diferencia, el dos hace hincapié en la diferencia, en la existencia del «otro». Esta diferencia puede ser para mal, señalando oposición, o para
bien, a través de la confirmación. Si se trata de división simboliza el mal; si, por el contrario, lo que expresa es añadidura, representa la confirmación. En general, el número dos denota la plenitud del testimonio, ya sea
para bien o para mal.
3
Existen tres dimensiones en nuestro universo ontológico. Éstas conforman lo sólido, y se refieren, por lo tanto, a la solidez. La solidez es el símbolo de la consumación. Ambas, la solidez y la consumación, señalan hacia el Dios Trino; el número tres indica, pues, testimonio o manifestación divina. Esta manifestación se da a veces en la resurrección de cosas morales, físicas o espirituales. Así, el tres, aparte de denotar la manifestación divina, o la perfección divina, también es el símbolo de la resurrección. Se trata,
después del siete, del número que más veces aparece en las Escrituras.
4
El número cuatro, compuesto de tres + uno, indica lo que sigue a la manifestación de Dios en la Trinidad; es decir, su obra creadora. Es el número de los ángulos de la tierra, por lo que alude a la consumación y universalidad de ésta. Es el primero de los números que admiten división simple, lo que también indica debilidad. El cuatro, pues, es el símbolo de la universalidad, de la creación, de la relación del hombre con el universo y, a causa del fracaso del hombre frente a Dios, también de la debilidad.
5
El número cinco se compone de cuatro + uno. Hemos visto que cuatro se refería a la relación del hombre con lo creado, mientras que uno representaba a Dios en su perfecta suficiencia. El número cinco, por lo tanto, indica la responsabilidad del hombre bajo el gobierno de Dios. Así como cuatro señalaba las obras del Dios Creador, el número cinco revela su obra de redención, símbolo de la gracia. La gracia es el bien que se hace a quienes no lo merecen; así pues, el número cinco muestra indignidad y debilidad. El cinco es el número del ejercicio y de la responsabilidad, de la debilidad y de la gracia a pesar de la debilidad
6
Seis es dos veces tres. Dos representa la división o la maldad y tres la manifestación. Por lo tanto, el número seis indica la manifestación del mal. El seis no llega a alcanzar el número de la perfección, el número siete, por lo que también denota un estado incompleto, y es a la vez, símbolo del hombre sin Cristo.
7
El número siete se compone de cuatro + tres; cuatro se refiere a lo que ha sido creado y tres a la manifestación divina. Así pues, el número siete representa la creación proclamando a ,su Creador. Es el símbolo de la perfección espiritual, ya sea del bien o del mal. Es también el número más frecuente en las Escrituras; sólo en el libro del Apocalipsis, donde el enfrentamiento del bien con el mal llega a su climax, ya se le menciona más de cincuenta veces.
8
El número ocho se forma sumando siete + uno. Como hemos visto, el siete indica perfección y el uno inicio. Así pues, el ocho simboliza un nuevo comienzo. Se relaciona con la resurrección y la regeneración, principio de un nuevo orden en lo establecido.
9
El nueve es el último de los números simples que se conocen como dígitos. Los números que se forman a partir de él, no son más que combinaciones de esos dígitos. El nueve, pues, marca el fin. Es el número del final y del juicio. Pero también es el resultado de sumar tres veces tres; el tres se refería a la consumación divina. Por lo tanto, el nueve indica final en las cosas divinas
10
El diez marca el inicio de una nueva serie de números. Así como los números del 0 al 9 completaban un ciclo, ahora formamos otro añadiendo un 1 delante de cada uno de estos dígitos. Por lo tanto, el diez señala la perfección del orden divino. Este orden divino, sin embargo, implica responsabilidad por parte del hombre. Así pues, el número diez indica la responsabilidad de los hombres hacia Dios
11
El número once es poco frecuente en las Escrituras; aparece, aproximadamente, en unas treinta y ocho ocasiones. Es más que diez, que se refiere al orden perfecto, y menos que doce, que denota el gobierno o mandato divino. Por lo tanto, el significado del número once es el de desorden e imperfección y también señala lo incompleto de la soberanía mundana.
12
El número doce manifiesta soberanía. Se refiere a la administración del mandato divino en la tierra. Y el mandato divino es necesariamente mandato perfecto. El doce es, por lo tanto, el número del gobierno perfecto, de la misma manera que el tres era el de la perfección divina y el diez el del orden perfecto o perfección ordinal
40
El número cuarenta implica probación. Representa un período de dificultades en el que alguien es sometido a pruebas. Así, en la organización económica del pueblo de Israel, los hombres no alcanzaban la madurez hasta los cuarenta años.
A causa de cuarenta días de incredulidad, el pueblo de Israel tuvo que vagar en el desierto durante cuarenta años, en los que aprendió la lección de obediencia y dependencia en Dios, y que Dios utilizó para afligirles y probarles (Dt. 8:2).
Según aparece en Deuteronomio 25:3, el número de azotes que se podía dar a un delincuente no debía sobrepasar los cuarenta; y también cuarenta fueron los días establecidos para la purificación de una madre israelita tras haber ésta concebido (Lv. 12:2-4).
Saúl, escogido por el pueblo, reinó durante el período de prueba de cuarenta años, como también lo hicieron David y Salomón.
En Ezequiel 4:6, la iniquidad de la casa de Judá fue llevada durante cuarenta días; mientras que en 29:13 del mismo libro, Dios castiga a Egipto durante cuarenta años.
El Señor Jesús soportó el duro ataque de las tentaciones de Satanás en el desierto a lo largo de cuarenta días (Le. 4:2); y durante el mismo período de tiempo se presentó a sus discípulos, «con muchas pruebas indubitables» (Hch. 1:3), mostrándoles que en verdad estaba vivo.
Johnston Robert: Los Numeros en La Biblia
Johnston Robert: Los Numeros en La Biblia
1 comentario:
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...definitivamente eres el rey del misterio...
Saludos
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