domingo, 20 de marzo de 2011

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Señor, Padre santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alimenta nuestro espíritu con tu palabra; así, con mirada limpia, contemplaremos gozosos la gloria de tu rostro. Amén.

Meditación

1.- William Henry Davies, famoso poeta inglés, escribió uno de los versos mas conocidos: ¿Qué vida es esta, si llena de preocupaciones, no tenemos tiempo de pararnos y contemplar?". La Oración dominical de este día nos empuja precisamente a pararnos y contemplar. Vivimos envueltos en problemas, preocupaciones, ideas, palabras, emociones, que atosigan la mente y el corazón. Casi nos impiden dedicar un tiempo a Jesús, el único importante, y escucharle para alimentar, de ese modo, nuestra vida interior.

2.- Escuchar a Jesús es la base de toda vida interior. Pero no podemos escucharle si no le hacemos un hueco en nuestra vida. Para eso es necesario buscar espacios para Cristo, hacer silencio en nuestra mente y en nuestro corazón. Se trata de entrar en contacto con Cristo, teniendo "nuestra casa sosegada", como dice San Juan de la Cruz. Entonces, y solamente entonces, podremos escucharle en el fondo de nuestra alma, comprender lo que espera de nosotros, y allí, e el encuentro con Él, contemplar su rostros, como pide la Iglesia hoy en la Oración litúrgica. Por eso:

Pregúntate: si tienes la casa de tu corazón sosegada.

Pregúntate: si te dejas alterar por ideas, problemas o circunstancias humanas que te impidan escuchar a Cristo.

Pregúntate: si buscas tiempos de silencio interior y exterior para encontrarte con Él, disfrutar de su compañía y escucharle.


Súplica

Señor Jesucristo, observa mi corazón lleno de tantas cosas y distracciones; vacíalo de todo aquello que no seas Tú; enséñame a vivir en silencio interior; que las palabras, las preocupaciones y los problemas externos no me separen de ti.

Tú bien sabes cómo necesito encontrarme contigo para escucharte, llenarme de ti y contemplar la gloria de tu rostro. Ves cómo las preocupaciones cotidianas embargan mi espíritu y no me dejan centrarme en ti, que eres el único importante y necesario.

Haz limpieza de mi interior y siémbrate en mi alma. Que te busque, me llene de tu palabra y pueda gozar siempre de tu compañía. Únicamente así viviré con un gozo desbordante contemplando tu rostro.

Amén.


Jaculatoria

Tu rostro buscaré, Señor.



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